POLÍTICA Y CULTURA
¡El primor y el tino del Presidente Abinader!
La decisión del presidente Abinader que ordena con apego estricto a los procedimientos constitucionales, la repatriación de ilegales haitianos en la República Dominicana, acompañada de cifras especificas a consignar para la materialización del plan operativo, satisface una ingente necesidad nacional de reglamentar y ordenar lo que ha sido desde hace años una corriente migratoria anómala masiva, sin ningún apego a las disposiciones elementales de legalidad funcional, que consignan los códigos y fueros de todos los países civilizados y respetuosos de su orden jurídico constitucional. Ningún país del mundo puede participar de una comunidad de colaboración y cooperación con otras naciones, si no es, acatando los límites establecidos por las historias sociales, políticas y de orden jurídico que consignan las relaciones sistémicas entre los pueblos. Entendemos que esta voluntad política nacional del Presidente Abinader, coadyuva de manera especial a fortalecer la legalidad constitucional del territorio nacional.
Lejos de un absolutismo fusionista, o sea de una integración o licuefacción, rechazamos colocarnos al margen de la historia y la cultura, que condiciona y produce la diferenciación nacional, como contrapartida a la absurda idea desde el punto de vista del proceso secular de las conquistas, destinadas a borrar las líneas maestras de las identidades y que debe ser combatida, con fuerza coherente por una visión de lo nacional, elevado a la condición de la dominicanidad como categoría histórica, que resalta los valores atesorados, la concreción de la identidad, la definición primaria de la Patria erguida sobre sus progenitores de febrero de 1844 y de los adalides, que hicieron morder el polvo de la derrota a las huestes colonialistas en 1865, y de todas las jornadas, que libradas por la identidad nacional, han forjado en base al sacrificio y la penuria, la instauración de una conciencia propia.
La politiquería, de cara a la supresión virtual del análisis y el comedimiento expositivo de las ideas en conflicto, ha evadido todo sentido apriorístico de la disección de la reflexión. Abundan focos de moscardones. Lo que debe ser escenario del desarrollo intelectual de la ciencia política como categoría del pensamiento, se convierte en la típica evasión al trabajo productivo, reproduciendo la holgazanería de algunos estadios coloniales. Escasea en muchos nichos, la luz del pensamiento, la búsqueda paciente a través del criterio como oficio deliberante del estudio. La descomposición amenazante de la partidocracia genera la aparición del lumpen político, agazapado en sus carencias más absolutas, fraseo aprendido como gárgara de oraciones tipificadas, sin haber pasado por el ejercicio del concepto ni por la cultura. La ignorancia es supina. Es la locura del lumpen social y su gárgara rastrera.
La isla compartida por dos naciones no puede unificarse. En la hendedura histórica del origen radica la esencia de lo nacional, es ahí donde opera la cultura como ordenador social, su plebiscito de costumbres, sentimientos y creencias seculares, que produce el parto fidedigno de las gestas independentistas consagradas en el alma popular. El presidente Luis Abinader, superando con creces algunos ejercicios del pasado infame, conduce con maestría sobria, con sentido patriótico, la nave del Estado dominicano en este tramo de la historia. A ese mandato nos sumamos con conciencia y compromiso de Patria.