ENFOQUE

Reforma fiscal: claves y respuestas para enfrentar el reto económico

1. ¿Por qué es necesaria una reforma fiscal en este momento?

La respuesta es simple: hemos llegado a un punto de inflexión. La República Dominicana ha experimentado un crecimiento en las demandas de su población, lo que implica la necesidad de ofrecer servicios esenciales de mayor calidad, como salud, educación y seguridad. Estos pilares requieren de una inversión considerable. ¿Podemos seguir apoyándonos en el endeudamiento para cubrir estas necesidades? La realidad es que no podemos. Si continuamos aumentando la deuda pública, llegará el momento en que el peso de los intereses será insostenible y limitará nuestra capacidad de maniobra. La reforma fiscal no solo es inevitable, sino que es la solución para evitar que el país caiga en una espiral de deuda. Es una oportunidad para garantizar que las fuentes de financiamiento sean sostenibles y equitativas, y que el crecimiento económico esté acompañado por una distribución justa de los recursos.

2. ¿No podría el gobierno simplemente reducir gastos?

La idea de reducir gastos puede parecer una solución obvia, pero en la práctica, es mucho más difícil de implementar de lo que parece. Actualmente, el 53% del incremento en el gasto público está comprometido en obligaciones como la deuda y la educación, áreas críticas que no podemos ni debemos recortar. La educación es el futuro del país, y la deuda es una herencia que ya está condicionada. Además, existen necesidades urgentes en la seguridad ciudadana, el transporte y la infraestructura sanitaria, que requieren de inversión, no de recortes. ¿Cómo podríamos justificar una reducción de gastos en estos sectores cuando las expectativas de la población apuntan a mejoras sustanciales? El desafío no es solo gastar menos, sino gastar de manera más inteligente y asegurarnos de que ese gasto esté respaldado por una recaudación fiscal que sea suficiente y justa.

3. ¿Qué tan serio es el problema de la deuda?

El panorama de la deuda es preocupante. Durante la pandemia, el gobierno incrementó el gasto público de manera significativa para responder a la crisis sanitaria y, aunque fue una medida necesaria, dejó profundas cicatrices en las finanzas públicas. Al cierre de 2023, la deuda pública alcanzó el 56.6% del PIB, una cifra que ya no podemos ignorar. El problema no es solo cuánto debemos, sino cuánto de nuestros ingresos nacionales destinamos a pagar los intereses de esa deuda. Cada vez que el Estado prioriza el pago de los intereses, se limita nuestra capacidad de invertir en áreas que fomentan el desarrollo, como la educación, infraestructura o innovación tecnológica. La reforma fiscal es un paso necesario para detener este ciclo de endeudamiento creciente y asegurar que el país pueda cumplir con sus compromisos financieros sin sacrificar su futuro.

4. ¿La reforma fiscal afectará negativamente a los sectores más vulnerables?

Esta es una de las preocupaciones más recurrentes en cualquier proceso de reforma fiscal, pero es importante destacar que la propuesta actual tiene un enfoque socialmente responsable. No se trata de cargar el peso de la reforma sobre los hombros de quienes ya tienen dificultades económicas. Al contrario, la mayor parte del esfuerzo recaudatorio recaerá en aquellos sectores con mayor capacidad de contribuir. Paralelamente, se fortalecerán los programas sociales destinados a proteger a las personas en situación de vulnerabilidad. En lugar de ser un obstáculo para los más desfavorecidos, la reforma fiscal puede ser un mecanismo para garantizar que los servicios públicos lleguen de manera más eficiente a quienes más los necesitan. Un sistema tributario justo no solo es posible, sino necesario, y se fundamenta en la idea de que cada quien debe aportar según su capacidad, no según sus limitaciones.

5. ¿Qué beneficios tangibles traerá esta reforma fiscal?

Los resultados de una reforma fiscal efectiva se sentirán en varios aspectos clave para el desarrollo del país. Por un lado, permitirá una mayor inversión en seguridad pública, infraestructura y salud, tres pilares que afectan directamente la calidad de vida de los ciudadanos. Además, los gobiernos locales recibirán recursos adicionales, lo que les permitirá mejorar la gestión de sus comunidades y acercar soluciones a las necesidades más inmediatas de la gente. El sector eléctrico, que aún enfrenta enormes desafíos, también se verá beneficiado, impulsando su estabilidad y mejorando el servicio a nivel nacional. Pero quizás el cambio más significativo será a largo plazo: una República Dominicana más justa y equilibrada, donde el sistema tributario no esté lleno de exenciones y privilegios que solo benefician a unos pocos, sino que se base en la equidad y la justicia social. La reforma no es solo un reajuste de impuestos, es un paso hacia un país más inclusivo y con mejores oportunidades para todos.

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