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La reforma fiscal y el síndrome financiero dominicano

Actualmente, está sobre el tapete el tema de la reforma fiscal por el poder ejecutivo dominicano, que busca modernizar el sistema tributario del país, con el objetivo de aumentar la recaudación fiscal y mejorar la equidad en la distribución de la carga impositiva.

Esta reforma implica la revisión de impuestos existentes, la eliminación de exenciones fiscales que no han demostrado ser efectivas y la implementación de nuevos gravámenes sobre sectores que han crecido significativamente. Se propone también la digitalización de procesos tributarios para facilitar el cumplimiento y la transparencia, así como un enfoque en la educación fiscal para que los ciudadanos comprendan mejor su responsabilidad en la financiación del Estado.

Se discute una serie de medidas y nuevos gravámenes, entre ellos aumentar la base impositiva del ITBIS (Impuesto sobre transferencia de Bienes Industrializados y Servicios), entre otras medidas fiscales.  Es importante resaltar que la última reforma fiscal relevante en la República Dominicana se llevó a cabo en el año 2020.

Esta reforma se centró en la necesidad de hacer frente a los desafíos económicos exacerbados por la pandemia de COVID-19. Consistió en la ampliación de la base tributaria, la creación de un nuevo régimen de facturación electrónica y ajustes en la normativa de algunos impuestos, como el ITBIS (Impuesto a la Transferencia de Bienes Industrializados y Servicios). Además, se buscó fomentar el crecimiento de pequeñas y medianas empresas (pymes) mediante incentivos fiscales y la reestructuración de deudas tributarias.

Es importante destacar que los pilares sobre los que se sustenta la economía dominicana se destacan.

Turismo: Este sector ha sido un motor de la economía, generando empleos y divisas, su crecimiento va en aumento, durante el año 2023, más de ocho millones de turistas nos visitaron, garantizando una ocupación hotelera del 71.4 %, sin embargo, es crucial diversificar las ofertas turísticas y promover un turismo sostenible.

Zona Franca: Las empresas en zonas francas contribuyen significativamente al empleo. Más de medio millón de empleados distribuidos en 87 parques y 820 empresas instaladas, durante el último cuatrienio se instalaron 315 empresas. Este sector manufacturero fue responsable de exportar un total de 8,052 millones de dólares en el año 2023.

Construcción: Este sector ha mostrado un crecimiento constante, impulsado por la inversión en infraestructura. Es vital asegurar que esta expansión sea sostenible y planificada.

Agricultura: Aunque representa una menor proporción del PIB en comparación con otros sectores, el agro es esencial para la seguridad alimentaria y la reducción de la pobreza.  Por lo que la reforma fiscal y redistribución de los ingresos se deben focalizar en financiar la rehabilitación de cultivos de cacao, que su privilegiado posicionamiento en el mercado internacional constituye una magnífica oportunidad para disminuir la brecha en la balanza comercial negativa que tiene República Dominicana.

Otros rubros que deben ser impulsados son el café, avícola y ganadería; sobre estos últimos es oportuno señalar que los insumos para su producción deben estar exentos del pago de ITBIS.

Por ejemplo, el aceite, maíz, soja base fundamentales para su producción, debido al tratado de libre comercio, las carnes de cerdo y pollo son importadas libres de aranceles, por lo que se pueden comercializar más baratas en el mercado nacional, debido, entre otras razones, que en sus países de orígenes no están grabadas las materias primas.

Un aspecto trascendental en cuanto a productividad y competitividad es la producción de arroz, la cual sobrevive amenazada por la invasión de importaciones que a partir del 2025 serán una visual habitual, por lo cual, este espacio de reforma fiscal, debe crear un mecanismo por el que dicha producción quede protegida bajo un blindaje total como producto imprescindible de Producción Nacional.

La inversión en tecnología y prácticas sostenibles puede revitalizar estas industrias y abrir nuevas oportunidades de mercado, por estas razones los productores nacionales reclaman préstamos con tasas preferenciales en el mercado financiero nacional, ser acreedores de las facilidades que ofrecen los préstamos producto del desembolso del encaje legal.

Sector Agroindustrial: Fortalecer este sector es crucial para agregar valor a los productos agrícolas, mejorar la cadena de suministro y fomentar la exportación. Esto incluye la inversión en infraestructura y tecnología, así como la capacitación de los productores para que puedan competir en mercados internacionales.

La Agroindustria esta llamada a ser el Comprador del Futuro, por lo que debe contar con un régimen especial fiscal, que, regulado por una nueva Ley de Agroindustria, se vea claramente ese futuro al alcance de los productores y empresarios dominicanos.

La dependencia de la economía dominicana de bienes y servicios es un síndrome que se manifiesta cuando fallan factores exógenos. Como señala el economista Joseph Stiglitz: “Las economías que dependen de un solo sector son vulnerables a las crisis”. Así, eventos como el fatídico 11 de septiembre del 2001 y la pandemia de COVID-19 evidencian la fragilidad de pilares fundamentales como el turismo, la inversión extranjera y las remesas.

La reforma fiscal debe ir acompañada de un enfoque integral que fortalezca estos pilares, especialmente el sector agropecuario. La madurez de los tiempos aconseja la conveniencia de una economía agrícola robusta. Impulsemos la agroindustria y nuestra materia prima manufacturada para garantizar un crecimiento económico sostenible y la reducción de la desigualdad en la República Dominicana. Como afirmó la economista Mariana Mazzucato, “la innovación no solo es responsabilidad de las empresas, sino que el estado debe jugar un papel activo en el desarrollo de nuevas capacidades y mercados”.

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