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Umbral

Mario Draghi y el apocalipsis económico de Europa

Mario Draghi habló desde el prestigio que le otorga la experiencia acumulada como exprimer ministro Italiano y expresidente del Banco Central Europeo (BCE) para advertir que la Unión Europea (UE) se encuentra atrapada en dificultades económicas y estructurales que, a mi juicio, se desprenden de la nueva reconfiguración de los mercados a partir de la emergencia de nuevos actores que irrumpieron en el escenario geopolítico global aprovechando los errores estratégicos de ellos y sus aliados o socios, que tienen sus raíces en la promoción e imposición del libre mercado que, con fronteras arancelarias abatidas, les permitieran abusar de su abrumadora fortaleza industrial para inundar el mundo de los bienes producido en sus países, con lo que asegurarían y ampliarían sus mercados y dominarían la cadena de suministro, anulando toda amenaza de competencia futura.

Pero el manual se fue encontrando en el terreno con piezas que no encajaban y que sirvieron a los que se suponían potenciales víctimas para diseñar, -a base de talento, audacia e innovación- un modelo de desarrollo que en principio no parecía amenazar a los dueños de las máquinas y del dinero para el intercambio de las mercancías que producían, además del sistema financiero, de organismos reguladores y de justicia internacional a sus disposición, que cuando la resistencia les impedía funcionar, recurrían a la fuerza militar, por lo general disuasiva, pero que cuando no bastaba con mostrar las garras o rugir, atacaba para someter a la obediencia o destruía para levantar sobre los escombros un satélite oxigenado con suministros dosificados, de suerte que no pusieran en riesgo sus intereses.

Al cambiar el juego, producto de la visión de corto plazo, recurrieron a la arrogancia de sus viejas glorias. Así, por ejemplo, Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea para los Asuntos Exteriores, ya en la crisis, definía a Europa como “el jardín del mundo” y al resto como “una jungla”. De igual manera, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, junto a todo el liderazgo de Bruselas, sin importar el origen socialdemócrata o ultraconservador, despachaban discursos de superioridad y amenazantes contra los países de “la jungla” que ya habían emergido y arrebatado la iniciativa innovadora y, como consecuencia, la principalía tecnológica e industrial. Un drama agravado al asumir conflictos internacionales de facturas ajenas que les han dejado una energía con costes tan altos que han quitado competitividad a su industria.

La consecuencia es la desindustrialización que encaja en una ecuación que incluye inflación, estancamiento económico, precarización y pérdida de empleos: ¡un desmonte del estado de bienestar! Y, como si esto fuera poco, “el jardín” para conservar su estado de “jardín”, diseñó la política del perrito, el cambio de concepto de la familia, entre otros asuntos impronunciables porque son considerados como parte del discurso de la ultraderecha fascista, para frenar la natalidad, lo que ha traído como consecuencia la inversión de la pirámide que permitía el financiamiento del plan de jubilación, cuestión que podría tener solución con la contratación de inmigrantes que darían sostenibilidad al sistema de pensiones, pero la cuestión es que una ola antinmigrante arropa a toda la Unión que dice sentirse amenazada en sus valores tradicionales e identidad.

Draghi parece que dio el puntillazo y alborotó a la opinión pública como no lo pudieron hacer intelectuales, economistas, académicos y partidos que desde hace tiempo han estado repitiendo lo que el italiano dijo con estas palabras: “Lo que me preocupa es que, con el tiempo, Europa inexorablemente se convertirá en un lugar menos próspero, menos igualitario, menos seguro, y que, como consecuencia, seremos menos libres para elegir nuestro destino”.