Ideando
recordando a Manolito
El era un hombre apasionado. Apasionado con sus amigos. Apasionado con su pueblo. Apasionado con la literatura. Apasionado con los personajes populares de nuestro pueblo. Apasionado con sus ideales. Apasionado, sobre todo, con su vida bohemia en Pimentel. Apasionado y solidario con su gente.
Dedicó innumerables artículos a nuestro pueblo donde evidenciaba su amor por el mismo. También los aglutinó y publicó un libro donde están los panegíricos de las figuras más relevantes de su generación. Fue un estudioso de nuestra gente. Un antropólogo de nuestras costumbres y peculiaridades.
Se puede decir que Manolito vivió por y para la literatura. Nada le importaba más que ella. De hecho, así lo reveló: “confieso ante ustedes y el mundo que mi más grande amor ha sido la literatura, y para ella, la poesía.”
Era un verdadero promotor cultural en nuestra comunidad, un agitador literario en la zona, un defensor rabioso de los escritores de provincia. Un explorador de talentos.
Sin importar donde residiera, siempre regresaba a Pimentel buscando a los jóvenes con inquietudes literarias; persiguiendo una buena conversación o cualquier asombro útil para “literatear”. Lo cierto es que allí tenía su refugio de soñador y la magia que le llevaba a un pasado al que nunca abandonó y siempre veneró .
Incluso, cuando se mudó a San Francisco de Macorís, como una excusa para no alejarse del pueblo, conservó su oficina notarial en Pimentel y prefería viajar diariamente antes que alejarse de sus amigos, de las tertulias y de sus orígenes.
Así era Manuel Mora Serrano. Manolito para nosotros y todos sus cercanos, así como para aquellos que le trataron con cariño.
Desde los años 70 era una costumbre suya venir semanalmente a Santo Domingo a verse con poetas, intelectuales, periodistas, literatos, en fin, con esos contertulios donde solo se hablaba de literatura.
Era polémico y su apasionamiento no lo ocultaba cuando tenía que defender sus ideas y sus amigos de manera rabiosa.
Junto a Freddy Gatón Arce puso de moda el turismo literario viajando por pueblos y comarcas muy recónditos y lejanos solo para disfrutar de la gente y de los exóticos paisajes nacionales.
Manolito auscultó la esencia de lo vernáculo, desentrañó sus creencias, sus ideales, sus avatares.
A pesar de que ya no está con nosotros desde noviembre del año pasado, de cuando en cuando nos llegan estas ráfagas de recuerdos que nos arropan de nostalgia de lo que era este amigo entrañable que aún sigue cerca de nuestro cariño.