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OTEANDO

Una reforma necesaria

Ahora que el país se encuentra inmerso en la discusión pública acerca de la conveniencia o no de una reforma constitucional. Ahora que el debate se diluye en las pretensiones, tanto del Gobierno como de la oposición de, respectivamente, acreditar y desacreditar el sentido de oportunidad y la necesidad de una nueva reforma. Ahora que el Gobierno tiene a su disposición la mayoría congresual para hacer realidad su visión respecto de los puntos que considera necesario reformar. Ahora es el momento para que nos detengamos a pensar en la trascendencia de una reforma tan necesaria como la que más, la reforma del sistema educativo, sistema que tiene un presupuesto túrgido y, hasta hoy, las propias autoridades andan desenfocadas en la tarea de identificar una vía para que resulte realmente productivo.

La cuestión anda de boca en boca en las personas con una visión clara del papel que juega en el desarrollo de un país una educación ajustada a los nuevos tiempos, centrada en la pretensión de lograr de los estudiantes la comprensión más que la memorización, más la creatividad que la repetición, más la capacidad de innovar que la obtención de grados. Es el momento de pensar e implementar un sistema educativo que incluya la educación obligatoria, con todo incluido, desde los cuatro hasta los 18 años. Un sistema que permita, desde el Nivel Inicial de nuestra educación, poner en práctica mecanismos de identificación aptitudinal, a los fines de ir orientando al estudiante hacia los aspectos que, en el próximo Nivel (Básico), andan en armonía con sus preferencias e inclinaciones, y así sucesivamente hasta ubicarlo, después del Nivel Medio, en el nivel técnico o el superior adecuado.

Una educación así, además, fomentará la cantidad de ciudadanos críticos, lo que traerá consigo una alta capacidad de elección de nuestra representación política y, por vía de consecuencia, una mejor representatividad, factores determinantes para el desempeño de un Estado que aspira a un mayor bienestar, resultante de una verdadera estrategia para alcanzar el desarrollo humano en los términos que lo entiende, por ejemplo, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), esto es, como “el proceso de expansión de las capacidades de las personas que amplían sus opciones y sus posibilidades”. Es verdad que no es tarea fácil, encontrará la inercia de gremios, de editoras, y de toda esa rémora que se ceba del presupuesto dedicado a la educación. A todos hay que facilitarles ejercer sus derechos sin perjudicar los de la mayoría del pueblo. Presidente Abinader, emprenda esa reforma, ¡tendrá el apoyo de la mayoría!