“Trabajar menos para trabajar todos y vivir mejor”

Educar no consiste en transmitir conocimientos, sino en facilitar el conocimiento. La tarea del docente hoy, se ha complejizado y requiere de un cambio radical de mentalidad y de visión; que, a su vez, reclama nuevas habilidades y nuevas competencias, para responder al proceso enseñanza aprendizaje. El sistema educativo y la calidad educativa dependen de este cambio de enfoque. Empoderar al docente en esta nueva mentalidad, a través de la renovación de la malla curricular en las universidades y de una formación continua de los docentes en ejercicio.

Además, la educación hoy ha de ser integral. A la escuela y a la universidad se va a aprender a aprender mediante procesos participativos y cooperativos que luego beneficiarán el ser y el hacer del educando y del futuro profesional. Solo así se asegurará el equilibrio entre habilidades duras (conocimiento, técnica) y blandas (comprensión, compasión, trabajo en equipo, disciplina, buenas maneras). Hoy somos testigos de una triste realidad: las empresas contratan por la solidez de las habilidades duras, pero desvinculan por la precariedad en las habilidades blandas. O sea, educar más para el orden, la limpieza y la puntualidad, asegurando personas y ciudadanos disciplinados respetuosos de las leyes y de las normas establecidas.

Por otra parte, sostiene el profesor Rafael Diaz-Solaz, en su libro “Educación y cambio Ecosocial” que existe una propensión a identificar educación con enseñanza, y esta con contenidos curriculares cada vez más vinculados a la competitividad capitalista y a la mercantilización de la vida humana. La mercantilización de la vida es una amenaza de la dimensión humana y de la buena educación. No tenemos solo economías de mercado, sino sociedades de mercado. Todo se compra y se vende, y también los seres humanos somos considerados como una mercancía. Habría que reivindicar el principio de “trabajar menos para trabajar todos y vivir mejor”; asegurar sindicatos, grupos sociales y sociedad en general, el reclamo de este principio.

No hemos nacido para trabajar y consumir, sino para vivir con plenitud. La política, la economía y la educación han de promover un proyecto de buen vivir, que es totalmente contrario al supuesto bienestar que destruye la casa común y la creación.

En definitiva, la educación es la formación de la mentalidad, de los sentimientos, de los deseos y los comportamientos del ser humano. Somos mente y cerebro, por eso hemos de desarrollar las inteligencias múltiples. Somos corazón, habitado por emociones, sentimientos, deseos y pasiones. Todos ámbitos que la educación ha de trabajar en la persona. Somos manos que realizan acciones. Somos pies que dan dirección a las acciones, por lo que requieren de formación moral para evitar los monstruos sociales.

La educación busca acompañar al individuo para que construya una profunda vida interior y un crecimiento continuo de la inteligencia, del corazón y de la conducta. La buena educación promueve autoconciencia e introspección; desarrolla la inteligencia intrapersonal y la inteligencia interpersonal. Por el contrario, la mala educación genera parasitismo social y anemia mental y emocional. ¡Buen año escolar!

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