El juego por la apuesta: del entretenimiento a la adicción

El juego de lotería, las apuestas en bancas deportivas y los juegos de azar, en general, han crecido a un ritmo vertiginoso en los últimos años, siendo una actividad cada vez más popular en personas de todas las edades. Como este tipo de actividades puede ser percibido como algo puramente recreativo para la mayoría, existe muy poca conciencia de riesgo asociado a la realización de las mismas. Sin embargo, la facilidad del acceso a los juegos de azar debido a la falta de regulación para la creación de estos espacios ha incrementado el número de personas cuyas vidas y ahorros se ven afectados por las consecuencias negativas del juego descontrolado.

La mayoría de las personas que enfrentan una adicción al juego por apuesta han iniciado la práctica como forma de entretenimiento, pero poco a poco van incrementando la frecuencia y la cantidad de la apuesta, apoyados en la creencia de predecir resultados que dependen completamente del azar.

Con la apuesta, el jugador puede llegar a experimentar un grado de placer que estimula el sistema de recompensa del cerebro de forma similar a como lo hacen las drogas, por lo que el individuo buscará repetir esa sensación placentera. Esta búsqueda de placer los lleva a entrar en una espiral de apuestas, pérdidas y deudas que les estimulan a jugar nuevamente, convencidos de poder recuperar lo perdido. La persona que ha desarrollado una dependencia a las apuestas no puede distinguir entre ganar y casi ganar, ya que si el resultado es cercano al resultado apostado, o como es común escuchar entre los jugadores de lotería, el número sale “volteado”, se activa en el cerebro una sensación similar a cuando se gana, diferente a quien no tiene una adicción, que puede darse cuenta con claridad de que ha perdido.

Es posible que la mayoría de los jugadores atraviesen “fases similares” en el camino hacia la adicción. En la fase inicial de ganancia, es posible que el jugador comience a ganar frecuentemente; esto le hace pensar que seguirá ganando con facilidad. Esta misma creencia de ganancia fácil le lleva a incrementar la frecuencia e intensidad de la apuesta, lo que le hace entrar también en pérdidas más frecuentes y considerables, conocida como la fase de pérdidas. Comienza entonces a cambiar la razón que motiva al juego; ya no lo hace por placer, sino por la ilusión de recuperar lo perdido.

Esto lleva finalmente a la fase de desesperación, donde la deuda es considerablemente alta y los niveles de ansiedad y estrés por la misma se han elevado. Puede ser el momento en que busque ayuda de sus familiares o bien utilice medios indebidos para conseguir el dinero que le ayude a solucionar su problema. En este momento, tanto la persona afectada como los familiares pueden pensar que el principal problema es la deuda, que, aunque evidentemente representa un problema, no se solucionará si a la vez no se ayuda al individuo a sanar su incapacidad de tener control sobre el juego.

Se hace necesario tomar medidas que regulen el acceso a las apuestas, ya que las consecuencias del juego patológico pueden llegar a ser muy negativas y dolorosas tanto para el individuo como para su familia.

Algunos de los principales síntomas que pueden indicar que alguien ha perdido el control sobre el juego son los siguientes:

• Aparece una necesidad de jugar o apostar una cantidad mayor de dinero para lograr la satisfacción deseada.

• Múltiples fracasos al momento de intentar disminuir o detener el juego.

• Malestar o inquietud cuando intenta dejar de jugar.

• Intentos repetidos y fallidos de recuperar el dinero apostado.

• Mentiras frecuentes en torno a las veces que se juega, la deuda que se tiene o en qué utiliza el dinero.

• Peticiones de dinero frecuentes a familiares y amigos sin una explicación clara de para qué se utilizará el dinero.

• Se ven afectadas de forma significativa sus relaciones familiares, laborales o sociales, debido a los problemas relacionados con el juego.

La autora es psicóloga clínica, especialista en adicciones y docente.

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