Rendir cuentas es un acto responsable y maduro
Rendir cuentas es un modo de honrar los comportamientos éticos, morales y procedimentales de cualquier entidad; promueve la transparencia, la responsabilidad, la integridad, la confianza y la evaluación. Las grandes y sólidas instituciones cuentan siempre con grandes culturas en la rendición de cuentas. Cuando no se pide cuentas los resultados serán: menores, irregulares y el avance es muy lento. En efecto, todo liderazgo efectivo rinde cuentas porque es una piedra angular de sus funciones.
No se ha de ignorar que la rendición de cuentas presenta múltiples desafíos. Por ejemplo: la resistencia al cambio, la percepción de micro gestión y la dificultad en establecer órganos claros y justos de evaluación.
Dar cuentas no solo implica procesos administrativos y de gestión, sino también psicológicos que afectan tanto a los líderes como a sus equipos. Por ejemplo, la ansiedad y el estrés que se genera en las personas bajo constante escrutinio o que temen repercusiones negativas por incurrir en errores.
Comprender la dimensión psicológica de la rendición de cuentas es crucial para implementarla de manera efectiva y fomentar un entorno laboral saludable y productivo. El impacto psicológico positivo en los líderes y equipos se traduce en: seguridad de actuación, incremento de la motivación y del compromiso en la ejecución.
Dar cuentas es una conducta que incomoda y que hace doler la cabeza por la mala concepción que se tiene de él. Es fácil cuando todo va bien, pero cuando las cosas no marchan, resulta más difícil porque implica culpa, papeleo y miedo. El verdadero propósito de rendir cuentas no es regañar, sino avanzar, aprender, descubrir qué entorpece para optimizar, hacer ajustes y aprovechar los recursos.
Todos estamos llamados a rendir cuentas, pero a los latinoamericanos nos cuesta más y nos genera alergia. Se dice: “¿por qué tengo que rendir cuentas si soy una persona confiable?”, “como le voy a rendir cuentas a una persona más joven y con menos preparación que yo”. La rendición de cuentas no tiene que ver con desempeño, sino con el cumplimiento de los compromisos asumidos.
La falta de rendición de cuentas afecta las relaciones interpersonales en el Estado, la empresa, la familia y los esposos. Dar cuentas es un derecho del contribuyente y un deber del funcionario: ser informado e informar sobre la gestión de los recursos públicos.
Rendir cuentas es una responsabilidad y un compromiso de las personas y de las instituciones. La responsabilidad no es algo que hacemos, es un modo de ser y de pensar, es empoderarse de una tarea antes de empezar, es afirmar que “nos vamos a tardar tanto como la fecha límite lo establece”. En la Biblia, también, tenemos ejemplos estupendos: Josué tuvo que aprender a rendir cuentas a Moisés, al igual que los discípulos a Jesús; así como los religiosos y sacerdotes al obispo o al superior y viceversa. Así se crece en humildad, evitando el orgullo, la autosuficiencia y la corrupción. ¡Señor presidente, gracias por rendir cuentas!