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La crisis en Venezuela: ¿Guaidó 2.0?

Las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio en Venezuela han desatado una crisis que para algunos volverá a generar una situación parecida a la que se produjo en 2019 cuando, además del presidente Nicolás Maduro, el país tenía a otro presidente, Juan Guaidó, quien nunca pudo implementar ejecutoria alguna en el país, pero que fue reconocido por los EE.UU. y otros 50 países. Entendemos que la actual coyuntura interna y externa de Venezuela no garantizan la repetición de este escenario.

En cuanto a la legitimación al interior del país, luce que Maduro tiene las de ganar, ya que mientras él ha recurrido a las instituciones nacionales llamadas a dirimir la disputa entre los dos bandos, la oposición ha ignorado dichas instancias y se ha limitado a llamar a la rebelión a las fuerzas armadas y a abrir, el día previo a las elecciones, un sitito web donde ha depositado copias de las actas que supuestamente prueban su victoria, pero cuya autenticidad no ha sido validada por nadie. De hecho se ha denunciado que miles de dichas actas presentan condiciones que las invalidan.

En cuanto a la legitimación externa (reconocimiento por otros países) Maduro ha obtenido ya el reconocimiento de varios países además de Rusia y China. Esto último le garantiza el apoyo del BRICS PLUS o al menos, de la mayoría de los países que lo componen. Por su lado, la oposición se ha afanado por obtener el reconocimiento de los EE.UU. como gobierno legítimo. Sin embargo Washington se ha limitado solo a reconocer a Edmundo González como ganador de las elecciones. Vale la pena analizar la situación que en la actualidad enfrentan los EE.UU. con respecto a la crisis venezolana en la esfera político-económica global.

El avance de la

multipolaridad es real

El valor de Venezuela para los EE.UU. se ha agrandado con respecto a la coyuntura que existía en el 2019. Por un lado, luego de la destrucción del gaseoducto Nord Stream 2, los EE.UU. han sido exitosos en reducir significativamente el flujo de gas de Rusia hacia Europa, adueñándose así de un amplio mercado para sus compañías. Sin embargo los EE.UU. no han podido satisfacer por completo la demanda europea. Por otro lado, en el Medio Oriente el dominio de EE.UU. enfrenta retos graves. Arabia Saudita ha sido aceptada como miembro del BRICS Plus (aunque no ha oficializado esta condición), ha restablecido relaciones diplomáticas con Irán y ha estrechado su relación con Rusia, coordinando su política petrolera con este último país. Si agregamos a esto el agravamiento reciente del conflicto palestino-israelí (con su potencial de expandirse a otros países y afectar la producción petrolera iraní) resulta claro que los EE.UU. necesitan contar con una fuente de petróleo y gas que les permita, en el mediano y largo plazo, atenuar las volatilidades en estos mercados y así controlar las subidas de precios en su mercado interno de ambos productos.

Además de lo anterior ocurre que el BRICS no es lo mismo hoy que en 2019. Por un lado su dinamismo se ha disparado a partir de la guerra en Ucrania. Por otro lado, no solo se ha ampliado, adicionándosele Egipto, Irán, Etiopia, Emirato Árabe Unidos, y Arabia Saudita (por ello usamos la designación BRICS Plus), sino que más países de importancia, como Malasia e Indonesia solicitan ser incorporados. Es decir, este bloque realmente amenaza la dominación norteamericana a escala global. Venezuela ha pedido ser miembro del BRICS PLUS lo cual, de materializarse, sería una adición significativa dada la magnitud de los recursos que tiene este país (posee la mayor reserva probada de petróleo del mundo) y su ubicación en las Américas. Conviene a los EE.UU. mantener, y si es posible ampliar, su presencia en Venezuela.

Lo económico

es lo determinante

Son estos los factores que llevaron a los EE.UU. a acordar con Venezuela la flexibilización de sanciones en octubre del 2023 en Barbados. El argumento de que la variación de sanciones tenía por objetivo facilitar el accionar político de la oposición debe entenderse como algo secundario, que permite a los EE.UU. salvar la cara ante el fracaso de la política hasta ahora implementada contra un gobierno que no solo no ha cedido ante la formidable embestida económica lanzada contra él, sino que rehúsa someterse a los dictados de Washington y que al contrario, ha reforzado sus relaciones con China y Rusia.

El acuerdo de octubre del 2023 flexibilizó las sanciones sobre la industria petrolera, la minería de oro y el Banco Central. Como resultado se establecieron una serie de acuerdos con participación de la Shell, compañías de Trinidad y Tobago, Curazao, Petróleos de Venezuela (PDVSA), Vitol (el mayor operador independiente de petróleo del mundo), y la española Repsol. Pero muy importante, la Licencia General del 18 de octubre desbloqueó el camino para que compañías norteamericanas de servicios como Halliburton, Baker Hughes, Weatherford y Schlumberger puedan operar sin las restricciones impuestas por las sanciones. Esto indica que tan potente es el musculo político detrás del impulso a la flexibilización de las sanciones.

Ante el dictamen de ilegalidad que impidió la candidatura de María Corina Machado, Washington declaró a mediados de abril que no renovaría la licencia general que había flexibilizado el negocio de petróleo y gas, sin embargo estableció que se pasaría a emitir licencias individuales para las compañías del sector petrolero. Unas 50 firmas han aplicado por licencias y ya se le han otorgado a la francesa Maurel & Prom y a Repsol entre otras. Pero Washington además anunció que se priorizará el otorgamiento de licencias a compañías con activos ya instalados y producción existente, sobre las que intentan iniciar operaciones por primera vez. Es claro que uno de los objetivos de esta medida es tener la opción de bloquear la entrada de compañías provenientes de países hostiles a los EE.UU.

Florida y las

elecciones de noviembre

¿Y cuál es la situación después de la crisis desatada por las elecciones del 28 de julio? El 29 de julio los EE.UU. declararon que a pesar del cuestionamiento de la victoria de Maduro, no hay planes de revocar las licencias otorgadas a Chevron y a las otras compañas a fin de que puedan operar en Venezuela. Concomitante con este desarrollo, Washington ha declarado que, aunque entiende que Edmundo González ganó las elecciones, no lo reconoce como presidente legítimo de Venezuela.

En síntesis la postura de la administración Biden frente a la actual situación en Venezuela intenta no enajenarse los votantes de la Florida para las elecciones de noviembre, por ello anuncia que González ganó las elecciones, pero no lo reconoce como presidente. Así evita la reedición del fracasado intento de montar una presidencia paralela similar a la de Guaidó, ya que tratar de reeditar ese monumental error sería contraproducente con respecto a los intereses de Washington en una coyuntura geopolítica y geoeconómica que ha cambiado significativamente desde el 2019 y que al parecer se mantiene en un curso desfavorable para los EE.UU.