Desde mi pluma

Musas

¿Qué despierta tu admiración? A mí, entre tantas cosas, los soñadores. Hoy le dedico estas líneas a toda nuestra delegación dominicana en los Juegos Olímpicos París 2024, porque en cada uno de ellos veo a un soñador.

Ellos son un ejemplo de lo que significa convertirse dignamente en referentes. Son los rostros que merecen viralizarse, estar en vallas, portadas de diarios, revistas y cuadernos, los que merecen ser considerados modelos a seguir, no solo por su condición de deportistas, sino por ser una prueba fehaciente de lo que la resiliencia, la disciplina y el empeño empuja a alcanzar a un ser humano.

En una sociedad donde sobreabundan noticias desalentadoras, dolorosas y frustrantes, el paso de nuestros atletas, corto o largo, con o sin medallas, por la competencia olímpica más importante del planeta, es un aliciente, un abrazo al corazón y un motivo de celebración.

Somos muchos los que hemos sentido emoción y orgullo al verlos competir, los que nos hemos unido en nuestras casas, en nuestros puestos de trabajo, e incluso en cualquier espacio público, para pujar por los nuestros, para darles ánimo desde la distancia y para verlos desarrollarse en sus distintas áreas llevando el nombre del país en su pecho.

También somos muchos los que nos vamos un poco más allá, leyendo sobre sus orígenes, el camino de sacrificios, precariedades y desafíos que tuvieron que recorrer para llegar a los juegos, sin que no se nos ocurra otra palabra más que admiración para poder englobar lo que nos hacen sentir.

Deseo fervientemente que estas sean las historias que pueda escribir cada semana en esta columna: relatos de triunfo, esfuerzo y esperanza. Que sigamos celebrando a nuestros héroes y soñadores, porque ellos nos muestran el camino y nos inspiran a seguir adelante, a creer en nuestros sueños y a luchar por ellos.