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Tribuna del Atlántico

Ahora será difícil frenar la indignación

En noviembre de 1987 en un vuelo de Aeropostal, fuimos a Caracas, en nuestro primer viaje internacional, el avión era viejo, pero el viaje fue tranquilo, llegamos a una ciudad activa y moderna para los estándares de la época.

Esa noche, en una gala a beneficio de la Cruz Roja, se presentaban, Rafael de España y Billo’s Caracas Boys, un concierto inolvidable y casi interminable, en el que coincidimos en la misma mesa con el representante de la Agencia Francesa de Prensa, AFP, un experimentado periodista muy interesado por saber todo de nuestro país y sobre Puerto Plata.

Venezuela era para entonces uno de los países a los que emigraban muchos dominicanos en busca de mejor vida.

Desde entonces tengo un cariño especial por ese país, al que volví años después en plena, “Revolución Bolivariana”, para conocer junto al entonces senador de Puerto Plata, Francis Vargas, el plan de alfabetización que implementaban allá, con la intención de replicar la experiencia en la provincia.

Es por eso que me duele la situación de ese país, que ha obligado a millones de personas a abandonar su territorio, en esa mezcla explosiva de declive de la economía, represion política y desesperanza, impensable años atrás en un país con las mayores reservas de petróleo del hemisferio.

En la iglesia episcopal de Puerto Plata, había un sacerdote que visitaba con frecuencia el negocio de mi madre, un hombre delgado, simpático y dado a las ocurrencias, a él, le escuché decir una vez decir que los de nuestra generación habíamos pasado por diferentes etapas, la fe religiosa de nuestros padres a lo que él llamaba creencias extrañas, en referencia a las creencias místicas de gnósticos, rosacruces, así como simpatías comunistas, en mayor o en menor medida, identificación política con los partidos tradicionales, etc.

De todas ellas la que más lacera el alma, es el fracaso estrepitoso de los proyectos de redención social, de las revoluciones triunfantes de América, devenidas en simples dictaduras del proletariado, los logros en materia de salud y mejora de la alimentación de la población más vulnerables, esfumados por la horizontalidad de la pobreza.

Así, va doliendo en el alma, Cuba, Nicaragua, con los Ortega Murillo, empeñados en parecerse a Somoza y Venezuela, que no sólo ha representado el fracaso en la búsqueda del bienestar del pueblo, sino también en el ejercicio de las libertades públicas, recurriendo a prácticas verdaderamente surrealistas, para impedir la candidatura de María Corina Machado y perpetrando lo que a todas luces es un fraude electoral, grosero y descarado.

El reclamo de la comunidad internacional, de la oposición política, de los expresidentes, Leonel Fernández y Ernesto Samper quienes fungieron como observadores del proceso electoral, invitados por el Consejo Nacional Electoral, CNE, de que se den q conocer todas las actas del proceso de votación es, un imperativo irrenunciable.

Las protestas que se registraron el lunes en Caracas y en numerosos países donde ha crecido la comunidad venezolana en los últimos años, son sólo un reflejo de lo que estará pasando ahora.

Los venezolanos han reaccionado de forma contundente ante el engaño electoral, el mundo está pendiente de los resultados.

Ni Rusia, ni China, Bolivia, Nicaragua o Qatar, podrán contener el rio creciente de la indignación de un pueblo al que se le intenta robar su anhelo de libertad.

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