SIN PAÑOS TIBIOS
Venezuela: nuestra deuda impagable
Tal como indicaba el sentido común y la tradición histórica –que no las encuestas–, el dictador Nicolás Maduro “gano” las elecciones con un 51. 2% de los votos, frente a un 44.2 % de González. Lo sorprendente habría sido que fuera lo contrario, pues la mayoría de actores y analistas preveían que bajo ninguna circunstancia el régimen aceptaría un resultado que no fuera su “confirmación” frente el manejo del Estado.
La jornada electoral se caracterizó por una participación masiva, entusiasta y ordenada de los votantes; aunque de manera previa el padrón de electores fue reducido y depurado sobre la base de la exclusión cuasi total de los votantes en el extranjero. En efecto, de 7.7 millones que según la OIM han abandonado el país desde 2014, apenas 69,211 se encontraban habilitados para votar (0.9%), maniobra que no fue accidental sino dirigida desde el régimen, a los fines de evitar que los exiliados económicos ejercieran su derecho al voto, por razones obvias.
Para un régimen que “ganó” con 5,150,092 votos, evitar que esos 7.7 millones votaran era cuestión de vida o muerte; como también lo es no entregar y recontar las 15,000 actas de los recintos electorales, tal cual exigen la ONU, Estados Unidos, Unión Europea, Brasil, Chile, Colombia, República Dominicana, Argentina, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay, – Centro Carter, entre otros–, de ahí que adquiera capital importancia la declaración del día de ayer del presidente Abinader cuando indicaba que: “la transparencia debe ser la base de su legitimidad. Las reglas electorales no se pueden aplicar a discreción. Un recuento de las actas con verificación internacional es indispensable para reconocer el resultado”.
Las palabras de Abinader y las declaraciones de su cancillería no sólo son justas y valientes, también son apropiadas y coherentes, porque nuestra deuda histórica con Venezuela es impagable. Desde la lucha de Bolívar por la libertad de toda la América; el refugio y cobijo brindado a Juan Pablo Duarte; su apoyo fundamental en la lucha contra Trujillo y la caída de la tiranía; así como haber propiciado la salida de Balaguer en 1978, cuando lo conminó a aceptar los resultados electorales; o el haber acogido a decenas de miles de dominicanos en las décadas de los 70-80s, permitiéndoles trabajar y enviar remesas, son apenas algunos de los gestos que atestiguan la solidaridad del bravo pueblo venezolano para con nosotros, y que nos obligan en estos tiempos aciagos, a ser agradecidos y solidarios… hasta que nos duela.
Exigir transparencia no es ejercer injerencia, porque la transparencia es un pilar fundamental de la democracia, de ahí que demandar un recuento de las actas con verificación internacional, es lo menos que puede hacer un país que se precie de democrático y que aspire a ser tratado como igual en el concierto de los países democráticos.
No es mucho pedir lo que se pide, pues sólo se pide transparencia.