Tribuna del Atlántico
Trump o que entre el mar
Convertido ya, en una especie de superhéroe que no sólo se sobrepone a 34 cargos criminales, sino que desafía a la muerte misma, al salir indemne, de un intento de asesinato, Trump, recibe horas después de su encuentro cercano con la muerte, la formalización de su nominación presidencial, con un aire de triunfo, difícil de vencer.
Desde el debate presidencial del 27 de junio, todo ha obrado a su favor, la penosa participación del presidente Biden, marcó el inicio de una racha de oro para el exmandatario, los lapsus del presidente en la cumbre de la OTAN, etc., no han hecho más que fortalecer el coro de los que piden que renuncie a su candidatura, un grave y delicado dilema que nadie parece saber cómo resolver.
Donald Trump, es la única persona que con la cantidad de casos judiciales que enfrenta, ha logrado permanecer como candidato, figuras como Andrew Cuomo, los senadores, Gary Hart y Al Frankenp, políticos que, por delitos sexuales, relaciones extramatrimoniales, etc, han tenido que abandonar cargos o aspiraciones los hay por decenas en ese país, él no.
Los pantalones de Marlene Dietrich según el relato de Irving V. Link, en un artículo de Adan Gopnick de 1993, en The Newyorker, “El hombre que pasó 42 años en la piscina del hotel Berbely Hills”, podrían ser la única explicación de su resiliencia, a Trump, como a ella en su tiempo, se le permite lo que a otros no.
La Corte Suprema declaró la inmunidad de sus acciones oficiales, dando un giro radical, al principio de que nadie está por encima de ley.
La decisión de la corte, ya se refleja esta semana, cuando una jueza federal, desestimó el caso sobre la posesión de documentos clasificados en la Florida.
Del atentado, hay que descartar las teorías de conspiración, ni de un lado ni del otro, nadie usaría un muchacho de 20 años, sin experiencia militar, para una acción como esa, al margen de los fallos atribuibles al Servicio Secreto, no hay elementos para creer en una conspiración.
El desempeño de Trump, su actitud de desafío, luego del atentado y la iconica foto con el puño levantado, la cara ensangrentada y la bandera en un lado, que convierten la imagen, en lo que Laura Ries, llamaria un poderoso, “martillo visual”.
La elección de J. D. Vance, que había dicho en 2016, que Trump podía ser el Hitler de Estados Unidos y que luego pasó a ser su ardiente defensor, con 39 años, aporta juventud, a la boleta republicana, frente a Biden de 81 y Kamala Harris de 59.
Poco importarán ahora, los reparos de colaboradores cercanos, en su primer gobierno, sobre la capacidad de Trump para dirigir el país, ni John Bolton, ni James Comey, cambiarán la fortaleza del voto republicano, tampoco los enjudiosos análisis de Bob Woodward o Anne Applebaum, sobre su vocación autoritaria del empresario convertido en político.
Al fin al cabo, el mundo parece estar abrazando, en diferentes latitudes, la tabla de la extrema derecha, el péndulo gira en Italia, en Hungría, en Argentina y otras naciones hacia estos liderazgos, remedos modernos, versiones lights, de figuras como las de Franco, Mussolini o Pinochet.
El Partido Demócrata necesitará una enorme vuelta de tuerca en su estrategia, para conseguir un fenómeno similar al ocurrido recientemente en Francia, en donde la victoria en primera vuelta de la ultra derecha, motorizó un acuerdo de la izquierda, que como el mal menor, a decir de Eduardo Jorge Prats, les permitió ganar, frente las fuerzas de Marine Le Pen.
Los conservadores cristianos, que defienden los valores familiares, uno de los grupos claves en la fortaleza de la candidatura de Trump, deberían preguntarse, ¿es él, una figura ideológica de esa visión del mundo, frente al impulso creciente de las ideologías de género?
Quienes añoran glorias pasadas de Estados Unidos, deberían preguntarse, ¿es este hombre quien va a fortalecer a los Estados Unidos? ¿Es debilitar la OTAN, el camino para hacer grade ese país otra vez? ¿Es un hombre con ideas confusas y contradictorias, la tabla de salvación de la Unión Americana?
En 248 años de historia, difícilmente los Estados Unidos hayan tenido una elección tan decisiva para su futuro y el del mundo, como esta, ¿el temor por la democracia que expresó la jueza Sotomayor, en su voto disidente, podrá hacer variar el curso del río creciente de estadounidenses, que parecen gritar, “Trump o que entre el mar”?