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Dominicanos y haitianos destrozan la Cordillera Central
La deforestación y el deterioro que sufre la Cordillera Central en este punto no tiene autores identificables (decenas de haitianos sin documentación regular), pero quienes trasladan y pagan las manos que provocan los crímenes ambientales sí poseen identidades y domicilios conocidos, frecuentan la zona y provienen o residen en la provincia Monseñor Nouel.
Aquí, las infracciones son ejecutadas sin pudor ni reprimenda, en cualquier hora y día de la semana. Ministerio de Medio Ambiente, Procuraduría Ambiental y Dirección General de Migración actúan irresponsablemente frente al destrozo que, en complicidad, recibe uno de los ecosistemas cardinales del país.
En Bonao, las estribaciones medias del sistema montañoso central se denomina Loma de Blanco; imponente y variado, el paisaje presenta un rasgo común: la exuberancia del agua. La pluviometría oscila entre 2,400 y 3,000 ml. de lluvia al año y, para mayor virtud, todavía conserva uno de los 8 bosques nublados (Sabana de Blanco) que sobreviven en la Isla. La franja alta del Meché y el Pichón (Bonao-Constanza) acoge la fastuosidad de la Reserva Científica Ébano Verde.
Santuario acuífero que comienza al pie de la Sierra con la cadena montañosa Blanco-Alto Yuna, en los Distritos Municipales Juan Adrián, Sonador, Juma-Bejucal (Sur), y Los Quemados (Norte). Célebres por exhibir algunos de los balnearios más visitados del país.
En dirección ascendente, contiguo a la rivera noreste del Yuna, reposa la comunidad de “Josecito”, promontorio verde y escarpado que, a lo lejos, revela la presencia significativa de jornaleros haitianos, contratados por ganaderos y dueños de fincas, deforestando la colina encumbrada. De entrada, recibe la descarga pestilente de un establo improvisado, vertiendo desechos fecales -bovinos- y lodo, abiertamente en el Yuna.
Hacia Loma de Blanco, la carretera serpentea entre elevaciones majestuosas y un afluente porfiado, resplandeciente y limpio. 5 kilómetros después -Boca de Blanco-, las corrientes dibujan uno de los follajes más vistosos y coloridos de la ubérrima, ecoturística provincia Monseñor Nouel. Al suroeste, sobre 500 metros, desemboca arroyo Avispa, nacido en cerro Montoso, donde, caprichosamente, “alguien se inventó” un oscuro “proyecto ecoturístico”, incrustado en la cuenca y el parque nacional La Humeadora, desmintiendo toda norma de preservación. Aunque ostenta uno de los caudales más atractivos y cristalinos del territorio, le ha valido poco: acciones delictivas, ganadería y agricultura de montaña, han malogrado cerca del 50% del caudal original.
Las agresiones cordilleranas se extienden a lo largo y ancho de la cima encrespada, bordeando la carretera hasta la Presa Río Blanco. Encima, a 11 kilómetros, la presa de Pinalito (Constanza) se abastece del río Tireo, contaminado con pesticidas y agroquímicos, provenientes de las actividades agrícolas del valle intramontano. Los embalses exponen elevadísimos niveles de sedimentación y contaminación, comprometiendo la vida útil del sistema hidroeléctrico que, junto a la Aniana Vargas (Yuboa), tiene capacidad para generar 75.8 MGW.
Tras la cota noreste del valle de Bonao, desde Los Quemados hasta Loma Miranda, el relieve es precioso, la cantidad de ríos, asombrosa. Golpeados por la deforestación, sobreviven los Arroyos: Toro, Yazo, Corbinato, Higüero y Caonabo…y los ríos Masipedro, Jatubey, Jayaco (Fula) y Jaguey. A la derecha de la enorme altitud, rematado por la silueta de la reserva Las Neblinas, brota el río Jima, con sus empinados saltos, declarados Monumento Natural (2009), gestión del entonces ministro Jaime David Fernández Mirabal. Las manos criminales también llegaron allí, desmontes y actividades ilícitas dentro del área protegida, pueden apreciarse a simple vista.
¿Un acuerdo sobre las Áreas Protegidas o una esperanza truncada?
Transcurrieron 6 meses desde que el Gobierno firmó un “Acuerdo de Colaboración con la Coalición para la Defensa de las Áreas Protegidas”. A la fecha, no existe empoderamiento real de las organizaciones medioambientalistas ni el esfuerzo mancomunado, prometido por el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
El anuncio del pacto, ceremonia del Palacio Nacional y presencia del presidente Luis Abinader, trajo esperanza para las organizaciones ecologistas, catalogado de “paso significativo hacia la conservación y gestión sostenible de las Áreas Protegidas en la República Dominicana”. Empero, pendiente está la concreción del acuerdo y, de igual relevancia, la instauración de un “Observatorio de Políticas Ambientales”, órgano independiente que actuaría como veedor y consultor para el Ministerio, en asuntos de protección, conservación y uso adecuado de los recursos naturales (Marvin del Cid, 02 enero, 2004).
Compromiso de crear un “plan de acción” que preserve y restaure el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SINAP), priorizando nuestras cuencas hidrográficas fundamentales. Técnicos reputados y creíbles, organizaciones diversas como la Academia de Ciencias de la República Dominicana, Comisión Ambiental de la UASD, Grupo Jaragua, Fundación Acción Verde, Fundación Moscoso Puello, Sociedad Ecológica del Cibao, Federación de Campesinos Hacia el Progreso, entre otros, esperan la decisión oficial de constituir y dejar en funcionamiento la entidad.
Sea cual sea la salida, salvar las áreas protegidas es misión patriótica en…inexplicable espera.