Umbral
África en el nuevo escenario geopolítico
Imágenes de soldados estadounidenses abandonando su base militar en Níger aparecieron en las pantallas de televisiones, celulares, tabletas y computadoras, mientras medios de comunicación impresos y digitales mostraban fotografías que daban apoyo a la información seca, al comentario o análisis periodístico que se limitaba al detalle de la movilización de las tropas y al contexto descontextualizado, aislado de los acontecimientos que en el orden global se están produciendo y que son las causas de este llamativo y relevante acontecimiento. Dicho de otra manera, a un hecho que está eslabonado a la hilera de sucesos que han alterado la arquitectura geopolítica planetaria, y se expresan en la reorientación de los mercados y el sistema financiero; la redefinición de bloques políticos, militares y comerciales, y la alteración de la diplomacia marcada por el interés de los países centrales.
Antes de la salida de los soldados “centronorteamericanos”, el medio de comunicación español La Razón, en una nota publicada el 17 de marzo de 2024, bajo el título “Flanco sur de la OTAN: Estados Unidos se despide de Níger”, reveló las razones por las cuales se produjo el retiro. De acuerdo con esta nota, la junta militar que alcanzó el poder mediante un golpe de Estado que derrocó al gobierno aliado de Washington, alegó, de acuerdo con lo expresado por su portavoz, Amadou Abdrame, que el nuevo gobierno recibía presiones de los estadounidenses para que el país africano no pactara acuerdos de colaboración con otras potencias, presiones que fueron rechazadas bajo el alegato de que por razones de soberanía, las autoridades nigerianas estaban en el derecho de escoger a sus socios. La posición de las nuevas autoridades forzó el retiro de las tropas extranjeras.
La base militar, sin embargo, no fue desmantelada, ya que otro inquilino foráneo llegó para ocupar el espacio abandonado: ¡Rusia! Sí, la misma Rusia de los Brics y de la guerra en Ucrania; la sancionada por el occidente político que, con sus medidas, ha desindustrializado a Europa causándole daños profundos a su economía y alterando la dinámica de su política interior. La Rusia que mueve arsenal atómico hacia la frontera con países miembros de la OTAN con la finalidad de advertir que no permitirá el avance hacia su territorio como estaba pactado tras la firma del acta de defunción de la URSS.
Es la Rusia que, con su submarino y barcos en costas cubanas, reeditó los movimientos de la crisis de los misiles de 1962 en respuesta a la decisión de Occidente de apropiarse de sus activos retenidos por las sanciones para, con ellos, comprar armas que entregarían a Ucrania; la que desfiló, por la misma razón, con un convoy naval frente a las costas británicas luego de su presencia en el Caribe, y días después pactó un acuerdo de cooperación con Corea del Norte. La Rusia que cuenta con el mayor arsenal nuclear del mundo y posee, junto a China e Irán, misiles hipersónicos que no han podido desarrollar los países occidentales; la que junto al país de la Gran Muralla aplica la Inteligencia Artificial, de acuerdo con el profesor Alfredo Jalife, experto en geopolítica, a sus programas militares, mientras EE.UU., la limita al entretenimiento.
Aclaro, para los que abordan estos temas desde la pasión, posición ideológica, enajenación propagandística y falta de rigurosidad en el dato, que cuando nombro a Rusia, no me estoy refiriendo sólo al país de los zares, sino a lo que representa, al colectivo que emerge y desafía al moribundo orden establecido después de Bretton Wood, como seguiremos viendo en mis próximos artículos sobre el papel de África en la recomposición geopolítica global.