No cometamos los mismos errores (1 de 2)
Siempre me ha impactado, como negocios de comida y bebidas que son exitosos establecidos en áreas pequeñas, al agrandarse pierden clientela y terminan fracasando. Los mismos me vinieron a la mente ahora, que nuevamente se habla de una reforma fiscal integral, que es tan vieja en sus propósitos, como aquella de su primera mención por el sector empresarial hace alrrededor de 25 años. Fiscal Integral porque este sector buscaba que también se revisaran y reestructuraran los gastos, lo que nunca se ha hecho, sino todo lo contrario, se agregan nuevas cargas para crear nuevos gastos corrientes, que solo los políticos los ven justificados, como los nuevos ministerios y más unidades especializadas y más ayuntamientos y más déficits de las Edes. Ya el gasto público representa el 20% del PIB de los cuales el 90 % es gasto corriente.
Ahora, como siempre para su justificación de aumento, se quiere comparar este país en su presión tributaria (PT), con aquellos de las más elevadas no solo en América Latina, como también en los de la OECD, como si al lograr ese nivel de presión, ya nos permitiera tener niveles de riqueza y desarrollo logrados, parte de ella, con aquellas sustraídas de sus colonias, incluida la nuestra.
Elevadas PT que no han evitado tener altos niveles de deuda, y provocado menores inversiones privadas y bajos niveles de productividad y de crecimiento. Preocupación que está impulsando políticas en los mismos países europeos, con incentivos industriales y agropecuarios y con reducciones impositivas para atraer y promover inversiones por su muy baja tasa de crecimiento. Tenemos como costumbre ser la cola del león, cuando adoptamos políticas que ya han fracasado en otros mercados, como fue la de la industrial de sustitución de importaciones en la década de los setenta.
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