PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA
Arrupe provenía del Japón, Kolvenbach, del convulso Líbano
El 13 de septiembre 1983, la Congregación General XXXIII eligió al holandés Peter – Hans Kolvenbach (1928 – 2016) superior general de la Compañía de Jesús. Arrupe vino del Japón, Kolvenbach del convulso Líbano.
Entró Jesuita a los 20 años. En la década de los 1950, luego de la crisis de Suez (octubre – noviembre, 1956), a los jesuitas franceses se les dificulta trabajar en el Líbano. El Padre General, Juan Bautista Janssens pidió a la Provincia de Holanda voluntarios. Kolvenbach llegó al Líbano con 30 años. Durante sus estudios de teología en Beirut inicia su inculturación en el Medio Oriente. Su vida se redimensiona al interactuar con compañeros seminaristas “maronitas, melquitas, sirocatólicos, armenio-católicos y latinos”. Estudia el ruso y “participa en la liturgia bizantinoeslava”. En Beirut vive una comunidad católica armenia. Son descendientes de los que lograron escapar la violencia turca de los años 1915 – 1916. Como Kolvenbach sabía tocar el órgano, le piden su ayuda para la liturgia de los domingos. Eventualmente, Kolvenbach será ordenado 1961 presbítero según el rito armenio. En ese momento conoce el ruso, árabe y siríaco. Termina sus estudios de lingüística en París. Los años 1968 a 1974.
Los años 1968 a 1974 ejerce como profesor de Lingüística General en la Universidad de la Compañía en Beirut. El Padre Arrupe le nombró superior de los jesuitas del Medio Oriente. De pronto, Kolvenbach pasó a ser superior de jesuitas “egipcios, libaneses, sirios, iraquíes, franceses, holandeses, americanos y malteses”. El Líbano, donde reside, padece la guerra, los bombardeo y los conflictos étnico – religiosos. Cuatro jesuitas se suman a los miles de víctimas, entre ellos el “islamólogo de fama mundial” Padre Michel Allard cuya vida sesgó un mortero. El propio Kolvenbach perdió todos sus apuntes e investigaciones cuando una bomba destruyó “todos sus trabajos sobre lingüística”.
Los peligros y el cierre los aeropuertos no le arredran. Va visitando en carro uno a uno a sus jesuitas donde quiera que estén. Fueron años de odio y fanatismo donde “su equilibrio y dotes meditativas” fueron altamente apreciadas. Esas duras experiencias acrisolan “una culta y fina sensibilidad ecuménica” que fabrica puentes de diálogo entre religiones y etnias. Kolvenbach tiene amigos entre “los sunitas, chiítas, drusos, maronitas, melquitas y ortodoxos”.
Juan Pablo II le nombró rector del Pontificio Instituto Oriental de Roma en julio de 1981.