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EL BULEVAR DE LA VIDA

El bulo de los motoristas

Cercana ya la hora definitiva de los hornos electorales, poco les queda por hacer a los candidatos para modificar la intención de voto del Soberano. Es tarde ya para ablandar habichuelas. En cinco días todo se habrá consumado y en los buscadores quedará la crónica de lo sucedido en una campaña que, por su baja competitividad, ha tendido al aburrimiento, lo que muy posiblemente aumentará la abstención.

Mucho menos sucia/ negativa que las anteriores, en esta campaña quedará como excepción el que ha sido llamado “el bulo de los motoristas”, burdo ejemplo de desinformación y puesta en práctica de los sinuosos métodos de la posverdad para dañar a un adversario. Hablo de lo ocurrido en LA Semanal de Luis Abinader la pasada semana en donde el mandatario afirmó: “en el pasado, había que buscar las placas de los motoristas con una lupa”; (el video está en las redes), pero un estratega de la posverdad y las campañas sucias se inventó que el mandatario había afirmado que “los motoristas son una plaga” …y los bots y el fanatismo hicieron el resto.

Aunque estos estrategas del mal no han inventado nada. Según los resultados de un estudio del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) solo uno de cada seis ciudadanos que ven/escuchan/leen un bulo, se enterará de la corrección y confirmará que fue una mentira. En la era de la posverdad, los ciudadanos no buscan la verdad sino la confirmación de sus opiniones o prejuicios.

Ahí está el video original: Abinader no dijo que los motoconchistas son una plaga, recordó que en el pasado -porque no la tenían- “había que buscar la placa de los motores con una lupa”-, aun así, a sus adversarios no les importó subirse en la ola de la desinformación.

Desde aquel “no creo en Dios” de Bosch en las elecciones de 1990, editado el SI que condicionaba toda la frase; desde la edición del audio de Leonel en las de 2004 donde falsamente atentaba contra el sistema financiero nacional; desde el nunca realizado viaje de Hipólito a Sinaloa en el avión del Chapo Guzmán en 2012, o la colección de rastrerías inenarrables contra Peña Gómez en las elecciones 1994 y 1996 hemos avanzado, sí, pero queda mucho por hacer.

Es la posverdad y sus demonios. En todo el mundo peligra la democracia porque en ella la verdad ha dejado de ser importante.

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