ENFOQUE

Falsos líderes políticos

Acompañando las buenas prácticas que se pudieran conocer y las habilidades que conviene tener, está el hecho de que las personas adecuadas deben estar en los puestos adecuados.

Pero como zapata de las competencias que deben exhibir, están los valores, principios, las actitudes y conductas que deben reflejarse en su desempeño, modelaje e influencia, para que los equipos de trabajo que lideran, logren niveles plausibles de excelencia, en sus actividades y logro de metas. Esta lógica organizacional aplica no solo en el sector privado, sino también en la gestión pública.

Sin embargo, nos invita la ocasión por la realidad política que vive el país, en centrarnos en una reflexión más palpable en el ámbito público, donde la carencia de muchas de las características comentadas precedentemente, hacen de la calidad humana una variable fundamental, que está muy por encima del conocimiento y técnicas profesionales.

Estuve revisando brevemente el índice del libro de las 48 leyes del poder, y pude recordar la existencia de una serie de experiencias y prácticas de interactuación humana, que en citado libro se plantean como leyes, porque cuando se considera su aplicabilidad, se tiende a retener o a lograr poder, mientras que cuando no se toman en cuenta se corre el riesgo de perderlo.

En el fondo en cada uno de los casos se trata de prácticas que no se basan en la honorabilidad, ni en la ética, ni en el respeto de la dignidad humana o el mérito, sino en la manipulación, el miedo al castigo y control de la información para lograr beneficiarse a toda costa con las mismas.

Estas prácticas, leyes, medidas, tácticas, manipulaciones, se pueden asociar en muchos de los casos, con lo que la gente conoce comúnmente como un pensamiento maquiavélico, donde lo que se persigue a toda costa, es lograr y retener el poder en cualquier escenario posible.

Siendo nuestra política un ejemplo palpable del ejercicio del poder, y ver cómo se manejan los dirigentes o líderes políticos en sus relaciones con los demás, nos acerca a la aplicabilidad de estos temas de las leyes del poder, aunque seguramente en la mayoría de los casos, dichas formas de relacionarse con los demás, venga por la imitación o la experiencia, más que por el acercamiento a los conceptos que se expresan en este texto citado.

La utilización del poder y la manipulación de las personas, bajo la falsa creencia de que todo lo podemos y los demás deben aplaudir cada una de nuestras deposiciones, llevan a ese falso líder a convertirse en un gran mediocre y una nueva criatura, de las que intentan competir en la carrera de ratas, mientras sobreviven en el fango.

La mediocridad es algo que puede verificarse por doquier en el ambiente de la política, dirigentes y líderes mediocres, con una escasa o inexistente grandeza humana y una carencia vital de honorabilidad, que les califica para competir en el todo terreno de la ya citada carrera de ratas.

Le huyen como el diablo a la cruz a todo lo que puede hacerle sombra, pero también a todo lo que pueda develar la mediocridad de sus vidas. Por lo que solo los que viven en el fango se sienten cómodos y pueden coexistir pacíficamente en las mediocridades humanas.

Esa mediocridad de los políticos usted la ha experimentado con toda seguridad. Características como la mezquindad les adorna, pues el miedo a ser descubiertos como lo que realmente son, crean una coraza como mecanismo de defensa, sintiéndose verdaderamente mal y amenazados, cuando interactúan con personas que brillan con luz propia.

Conocer personas con talento, con competencias de las que tenemos grandes carencias, nos asusta, pues es claro que el poder que creemos tener, no viene como consecuencia de nuestras propias competencias, sino por el simple hecho de haber estado en el lugar adecuado, con la persona adecuada en el momento adecuado y por habernos prestado para degustar cualquier manjar y enriquecernos mientras nos bañamos en el fango.

Cuando conocemos personas que no tienen el olor a la orina o a las heces de rata, eso nos atemoriza, y de manera instintiva tachamos a esa persona y luego nos encargamos de usar el poder para minimizar sus contribuciones y participaciones.

La mediocridad en la política hace un daño tremendo a la salud de la república, pues hace más difícil que se logre aceptar la invitación del filósofo Platón, de que los buenos participen en política, para evitar que sean los malos los que dirijan los destinos de una nación.

El bloqueo hacia las personas que tienen talento y capacidad es cuasi automático, por parte de muchos dirigentes políticos, que casi siempre intentan utilizar a los demás, para proyectar hacia arriba la tenencia de un equipo potencial, pero que con personas que no puedan brillar con luz propia o desarrollar un liderazgo vital, tal vez superior y más ético al propio.

Y créanme que en esta mediocridad y mezquindad también hay cuotas de género. En un país donde el sol no sale para todos, sacar provecho personal, aunque al otro no le toque, es una norma, que muy pocos líderes excepcionales y para el bien contradicen, con sus sanas prácticas de gestión.

Pues es claro, que aunque la mayoría son cortados por la misma tijera descrita, aunque esas excepciones rompen el molde y hacen la diferencia.

Se necesitan las personas, se necesitan los equipos, se necesitan las personas adecuadas en los puestos adecuados.

Se necesitan las personas, se necesitan los equipos, se necesitan las personas adecuadas en los puestos adecuados.ARCHIVO/LD

En nuestro país se mezcla el tener poder con tener dinero, que casi siempre viene como consecuencia de disfrutar en el fango y la corrupción ejercida por algún tiempo. O el ser un colaborador cercano a uno de los dirigentes medios o tener contacto fácil y directo con el líder máximo de una organización política.

Ese que puede llegar de forma directa, cuando no tiene grandeza, se siente dueño del mundo pues cree tener poder.

Es que en nuestro país, se confunde el tener poder que casi siempre viene por el hecho de tener dinero y en política, casi siempre en un alto porcentaje tiene que ver con haber robado, con haber malversado fondos, con haber utilizado los fondos públicos para enriquecerse, por haber sido parte de la mafia del Estado cuando fuimos funcionarios.

Un porcentaje alto, bien alto, de personas que usted los ve por ahí exhibiendo riqueza porque fueron funcionarios, quedaron ricos y entonces ahora porque siguen teniendo esa aproximación a sus partidos políticos, están en la campaña política, son dirigentes políticos, hacen eventos, reuniones, mítines, participan en las avanzadas de los distintos partidos políticos que están compitiendo, hablan bonito y entonces, sin embargo, la calidad humana, la grandeza humana que tienen es inexistente, porque carecen de honorabilidad, la mezquindad los adorna, la falta de honradez y honestidad.

También es común, la incapacidad de prometer y cumplir, la incapacidad de reconocer el talento que el otro tiene. Alguien del equipo ofrece una idea maravillosa, plantea una solución importante y ese supuesto líder, dirigente, alto dirigente de un partido, no es capaz de decir, María, Juana, Pedro fue quien dio esa idea, a él hay que reconocerle ese aporte, no, no, no, ya Pedro dijo lo que iba a decir, ya Pedro no lo vamos a invitar por ahora porque ya el aporte que dio es suficiente y hay que cortarles las alas a Pedro o a María o a Juana o a usted que me está mirando.

Entonces usted se convierte en un fanático apoyando a candidatos que ni siquiera lo conocen a usted, que ni siquiera han tenido la deferencia con usted, el respeto de tratarlo dignamente, de darle un saludo, entonces usted se va a convertir en un fanático, usted va a hacer, le va a hacer campaña a esos candidatos y usted va a regalar sus ideas, va a hacer sus aportes porque tenemos también una creencia en nuestro país de que los que aspiren y voy a ser específico, los que aspiren a la presidencia de la república, aquí pueden haber pues hay 33 partidos políticos aquí, muchísimos se han aliado, pero todos ellos tenían el mismo derecho de participar con un candidato a la presidencia, cada uno de ellos, tiene un “líder”, que pudo haber aspirado a la presidencia de la república y todos ellos se creen que son un especie de mesías.

Cuando llegan a aspirar se creen mesías y los que los ayudan los endiosan, y los promueven y ninguno de estos falsos líderes, saben decir ni pueden decir, que hay un equipo de trabajo ¿verdad?

Que hay un grupo de personas que están entusiasmadas y que están de acuerdo en hacer cosas juntas y así lograr echar a andar el barco por un mejor puerto.

No, no, no, no cuando usted da una opinión contraria a un discurso ofrecido, automáticamente hay alguien que salta por ahí vota número tal, casilla tal, porque creen que esa persona es un mesías. O te salta un estúpido con la perla: se te vio el refajo, porque no estás de acuerdo con su postura.

Cada vez que yo veo esa naturaleza mesiánica del falso líder llámese como se llame, sea quien sea, yo me digo no, pero es que estamos perdidos si eso es lo que vamos a tener en la República Dominicana, seguimos creyendo que estamos viviendo en la necesidad de un dictador y si es eso lo que andamos buscando entonces ¿qué cambio es lo que vamos a tener?

Se necesitan las personas se necesitan los equipos se necesitan las personas adecuadas en los puestos adecuados se necesita respeto, acercamiento, se necesita realmente ejercer ese hábito que debió haberse creado antes de intentar una candidatura: y es el hábito de la integridad.

Esa capacidad de prometer y cumplir lo que se promete que no existe en la política dominicana.

Pero cuando me acercaba a ese listado de leyes, de esas 48 leyes no las leí todas pero hubo algunas que me llamó la atención por ejemplo: “haz que el equipo trabaje y llévate todos los créditos”, es exactamente lo contrario de lo honorable, digno, justo y de lo que refleja la grandeza de un líder.

Es lo que venimos diciendo no le hagas sombra, cuando actuamos así, le decimos a los de abajo, si tú tienes talento mejor quédate callado para que no te bloqueen.

Es que hay otra ley que dice: “no eclipsar a tus superiores”. Y entonces contratamos la persona porque es talentosa, pero luego no dejamos que desarrolle su talento y le castigamos cuando lo hace. O sea, parecemos sicópatas integrados o narcisistas perversos, o sea, agentes infernales enviados por el mismo enemigo a destruir las sociedades y la gente buena.

Es que bajo esta praxis, ser superior es tener poder y tener poder es tener la exclusividad del conocimiento y la potestad de adueñarnos de los créditos ajenos impunemente.

En el ambiente político de nuestra República Dominicana, si usted tiene talento, tiene juicio crítico y brilla con luz propia, usted se va muriendo porque todos ellos quieren que los demás sean “yes men”, ¡lo que usted diga señor ordena y mande!, y que no tengan la capacidad de discernir ni de analizar, por ello en el fondo todos los discursos de ellos hacia la gente es bla bla bla bla.

Esto incluye el desgastado pero real discurso, (porque sin ética y auto respeto no es posible), pues se verifica con creces lo dicho por Isaías: “este pueblo de labios me honra, pero su corazón está lejos de mí”, todos dicen lo mismo, ¡urge satisfacer la necesidad de educación del pueblo dominicano!, pero la necesidad es real y el discurso una gran mentira. Necesitamos un pueblo idiota, que se crea la farsa del sistema de partidos y la siempre incipiente democracia. Es que ustedes no practican lo que predican, y su especialidad es cortar las alas a las personas que son educadas y brillan con luz propia.

A ustedes no les interesa, porque ustedes creen que son dioses, ¿de qué liderazgo estamos hablando en la República Dominicana?. ¿Cuál es su práctica política, cual es la honorabilidad real, cual es el discurso?

Lo mismo con el tema soberanía, en el discurso todos somos patriotas, pero no nos atrevemos a tocar la derogación y/o modificación urgente de la ley 1-12 que incluye los pactos migratorios y de refugiados y otras perversidades más. Y que además, convierte por ley al país, en incondicionales con la ONU.

Porque cuidado, esos temas no se tocan, pau pau. No conviene tocar esos temas, pues debes apoyar a Juan o a Juana, aunque ambos estén de acuerdo con la ley anti soberanía vigente.

Yo recuerdo que había un gestor, un líder en materia de gestión empresarial excelente conferencista que decía: “hechos no palabras”, aunque el Mesías era más contundente: “este pueblo de labios me honra pero su corazón está lejos de mí”, Gloria a Dios.

Los hechos tienen que acompañar tu discurso, si no tú no tienes integridad, si no tú no eres honesto, si no tú no eres honorable, ni confiable.

Entonces todas estas marrullas las hacen los mediocres que son la gran mayoría de los dirigentes políticos de todos los partidos, porque están cortados por la misma tijera del semidios.

Y es casi seguro que tienen talento y capacidades, pero su mediocridad no es intelectual, su mediocridad no es de conocimiento en función profesional, su mediocridad es humana: esa incapacidad y esa mezquindad desarrollada, que nos impide establecer la honorabilidad real como cultura y política clave.

Vivimos hablándole mentiras a la gente y nos reímos y nos burlamos de la gente. Y cuidado si usted puede llevar un poco de luz, porque de ser así, ya usted no conviene. Y no puede convenir porque son personas del fango, de las sombras y viven en las sombras y les molesta la luz.

Eso es así y lamentablemente eso es bíblico y por eso siempre recuerdo, al principio o al final de cada entrega de la fuerza de la verdad, cuando les digo: “apártate del mal haz el bien busca la paz y síguela; las malas compañías las malas compañías corrompen las buenas costumbres; la verdad siempre sale a flote, porque lo que realmente eres, grita tan fuerte que no se pueden escuchar tus palabras; permíteme decir la verdad delante de los fuetes y no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles”. Y es así, esas personas que ya están corrompidas no les interesan aquellas personas que puedan agregar valor, con buenas prácticas, con prácticas honestas. No les interesa, pues son un problema para ellos, sus propósitos corruptos y para las mafias instaladas en el Estado, que tienen décadas ahí. Tanto es así, que cuando nombran a una persona que vale la pena, le hacen la vida imposible. Esa lamentablemente es nuestra realidad.

Los líderes para el mal llegan abundan, y se aferran al poder y casi siempre, toman las grandes decisiones nacionales, favoreciendo no al país, sino a los intereses personales. Los líderes para el bien, son muela de gallina, difícilmente los veas encabezando una entidad del estado, pues son destruidos o aislados y difícilmente ocupen posiciones de poder, pues serían una retranca para la mafia estatal y a los despropósitos del enriquecimiento ilícito y el delito de cuello blanco.  

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