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OTEANDO

“Darle p’abajo”

El video empieza a rodar. Aparece un hombre grabando a otros tres, al tiempo que los interroga. El primer entrevistado es un joven de color, con el torso descubierto. Padece un vitiligo que cubre sus manos atadas por unas esposas cuyo metal resplandece al ser enfocado por la cámara. Quien filma le pregunta ¿por qué estás preso? Me robé todo eso que está en el suelo, contesta él en una especie de balbuceo apenas si entendible, al tiempo que señala unas computadoras y un televisor “plasma” que se ven a sus pies. Y, ¿a quién se los vendiste? A él, vuelve a contestar, señalando a un señor que, también esposado, se encuentra a su derecha. Este es el “negociante” -quizás alguien le llamaría el ladrón mayor, el que estimula el robo-, que tampoco lo es menos de lo que lo son muchos otros grandes “negociantes”, solo que hasta hoy a estos nadie les ha echado el guante. El señor baja su cabeza avergonzado, pero resignado, ya que, sin haberla leído nunca, se consuela en la célebre frase de Pierre Joseph Proudhon “La propiedad es un robo”. Como Proudhon, piensa que solo lo conseguido con el trabajo propio es legítimo, no lo obtenido a partir del esfuerzo ajeno, lo que es muy común. Y, peor aún, su ontología se activó siempre a partir de esquemas que les son ajenos a las víctimas de su modus operandi. Su realidad se manifiesta en una suerte de “eficacia simbólica” distinta a la de estos. Por eso, pagará una “culpa” considerada desde una moral que, igualmente, le es indiferente.

Al preguntársele al joven qué hizo con el producido de la venta de los objetos robados, contesta que los consumió en drogas compradas en un punto de Villa Consuelo. Es el cuadro que recurrentemente vemos a diario en los cuarteles de policía de nuestro país, en los despachos del Ministerio Público y en las salas de nuestros tribunales. Y yo me pregunto, ¿Cuál es la respuesta que se espera del Estado ante un fenómeno de esa naturaleza? ¿Es el castigo o la rehabilitación, o ambas cosas a la vez? Una gran mayoría opinará que a este “ladrón” lo que hay que hacerle es darle “pa´bajo”, y es posible que así ocurra la próxima vez. Mientras tanto, a los grandes ladrones, a los que estafan al fisco, a los que reciben exenciones pagadas con nuestro dinero, que es lo mismo que robárnoslo, se les seguirá rindiendo los honores propios de héroes, y más aún, ellos seguirán haciendo las leyes que castigan a aquellos.

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