Oye País
Extremadamente alegre
Eran los finales de los ‘60, principios de los ‘70, cuando aquel joven impetuoso, hiperactivo llegó a la Redacción de El Caribe, en la calle El Conde, donde yo ya tenía un par de años aprendiendo a ser periodista.
Entró por el proyecto de transmitir boletines de noticias por la emisora HIJB, propiedad de El Caribe. En ese Proyecto estaba también José Pena Manso Jr. Hicimos química, nos hicimos amigos, éramos de la misma edad y teníamos los mismos horizontes: ser periodistas, como los mejores que ocupaban los escritorios y tecleaban las principales noticias del diario. Era nuestra meta. Eran el ejemplo a seguir.
Aquel joven periodista, Manuel Antonio Quiroz Cepeda, igual que yo, entramos por la puerta ancha al periodismo. Estábamos en la gran escuela, El Caribe, y rápidamente gozamos del aprecio de sus ejecutivos, entre ellos de Don Germán Ornes y Mario -Cuchito- Álvarez.
Nuestra relación se estrechó al punto que nos llevó, junto a otros tres, Miguel Guerrero, Miguel Franjul y Francisco Comarazamy, a conformar un grupo de amigos que nos apoyábamos, nos protegíamos, nos unimos por el lazo de las familias, al punto de que cada viernes nos juntábamos en las diversas casas para hablar de la vida, de nuestras experiencias, difrutar de una cena y tomar alguno que otro trago.
Cuando asumí la Dirección de Ultima Hora, en 1992, no dudé en llamar a Manuel para que conformara parte del equipo de dirección que estructuré con Ricardo Rojas, Juan Delancer y Vivian Jiménez. Por todo ello, y mucho más, cuando se anunció a Manuel como Premio Nacional de Periodismo 2024, la alegría y satisfacción desbordó mi alma.