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Tribuna del Atlántico

El debate, ni Santo Grial ni cosa menuda

Al confirmar su participación en el debate propuesto por la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios, ANJE, el presidente Luis Abinader, el ex presidente Leonel Fernández y el alcalde Abel Martínez, sientan un importante precedente para el país.

Mucha han sido las reacciones a esta decisión. Desde quienes advierten algún riesgo en la decisión para el mandatario, dada su condición de favorito de las encuestas publicadas recientemente, hasta quienes lo ven como una demostración de valentía, de que no tiene miedo o quienes sencillamente lo ven como un aporte importante al ejercicio democrático del país.

Los debates políticos adquieren relevancia fundamental a partir del debate entre John F. Kennedy y Richard Nixon en 1960, primero en ser televisado. En la referencia de los especialistas, se cuenta que, según las encuestas de la época, Nixon ganó el debate en la radio, mientras que el Kennedy, más telegénico y preparado para la ocasión, ganó para quienes lo vieron en la televisión, frente a un Nixon sudoroso y con un traje no bien entallado.

Desde entonces son el aspiracional del ejercicio democrático, se entiende como pieza fundamental de los procesos políticos el que los principales aspirantes presenten sus puntos de vista, sobre los temas que interesan a la gente.

En nuestro país, la historia democrática registra un sólo gran debate, en 1962, entre Bosch, candidato presidencial del PRD, no contra Viriato Fiallo, candidato de la Unión Cívica, sino contra el padre Láutico García, originado en su afán de presentar a Bosch como comunista.

El éxito de Bosch en el debate habría sido uno de los puntos de inflexión de esa campaña, para muchos el elemento decisivo, unido al desarrolló una campaña con un lenguaje llano, poniendo énfasis en el contraste entre los, “tutumpotes” y los “hijos de máchepa”, lo que son hoy, popis y wa wa wa.

Por último, pero no menos importante, Bosch planteó una campaña con un eje de unidad nacional, que a diferencia del látigo que proponía Viriato para los trujillistas, representaba un claro intento de sanar heridas e integrar a todos.

No deja de sorprender que, teniendo el país ese referente, los debates no se hicieran norma, por una u otra razón.

En 1996 el candidato Leonel Fernández, retó a José Francisco Peña Gómez, a un debate que el líder perredeista rechazó, en momentos en que encabezaba las encuestas y en una época en la que llegó a decir, que Leonel era un satélite y él en cambio era, “un astro con luz propia, una galaxia”.

Leonel rechazó, en 2008, el debate con Miguel Vargas, bajo el argumento de que este no podía conceptualizar, una expresión que sería llevada por sus contrarios al extremo, hasta el punto de atribuirle que los dominicanos no sabíamos conceptualizar, cuando a quien se refirió, fue a su hoy colega de la alianza, Rescate RD, como una forma de restar importancia al debate, en momentos en que encabezaba las encuestas.

Es valiosa la decisión del presidente Abinader de aceptar desde su posición como presidente, en busca de la reelección y de su clara ventaja en las encuestas, participar en el debate. Tal vez porque, como ya negó sus palabras al aceptar la repostulación, como registra el video que anda por ahí, no se vería bien otra marcha atrás.

Sin grandes diferencias ideológicas, con buen desempeño oral, con buenos sastres para trajes a la medida, no parece que haya grandes sorpresas en el debate propuesto, aunque todos intentarán, algún golpe de efecto.

El debate no está supuesto a ser el Santo Grial, que cambie para siempre nuestra política, pero es un aporte importante de los líderes en contienda, para un accionar más centrado en las ideas, y eso, no es cosa menuda.

Enhorabuena.