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Hipocresía excluyente de la élite decadente

La inclusión es - nominalmente - la bandera más prominente de esta generación liberal y rebelde. Sin embargo, los paladines de las luchas sociales de vanguardia excluyen de manera descarada a los más vulnerables de la sociedad en su búsqueda de una igualdad contra-natura que insulta la razón y compromete la integridad existencial de toda la humanidad.

Feministas protestan en México

Feministas protestan en MéxicoFuente externa

Quienes perpetran estas vituperables exclusiones son los que abogan por los denominados “derechos sexuales y reproductivos”, así como los campeones de los movimientos que se emprenden con el objeto de garantizar lo que el economista Thomas Sowell describe como una especie de paridad cósmica; paridad no ante la ley simple y llanamente, sino una paridad divorciada del diseño intrínseco del individuo, así como del esfuerzo y del mérito. Por tanto, por lo que abogan es por una paridad motivada por caprichos perniciosos que se constituyen en pesos muertos que frustran y retrasan el avance de los pueblos.

Las organizaciones sociales que aspiran establecer “justicia social” a través de esta distópica paridad cósmica, buscan, por ejemplo, garantizar que los niños y adolescentes tengan derechos sexuales para que, de esa manera, tengan un mayor grado de igualdad con los adultos. En ese orden, los facilitadores de este vulgar extravío sexualizan y confunden a nuestros niños con material explícitamente pornográfico e ideas sobre la sexualidad que se basan no en las ciencias biológicas, sino en ideologías locas que entienden que existe una diferencia fundamental entre el sexo y el género, considerando a este último no como una condición dada, sino como una mera construcción social que se puede modificar según la preferencia de tal o cual.

Para todo aquel que tiene ojos para ver es evidente que esta agenda no se trata de incluir a los niños en el ejercicio de derechos. Se trata, más bien, de incrementar la influencia de los ultraliberales sobre la forma de pensar de la próxima generación; generación que, en sentido general, hoy por hoy, está creciendo bajo poca o ninguna supervisión; esto debido, en gran medida, a que el padre está ausente y la matriarca trabaja veinticuatro / siete.

Estos ultraliberales que tratan de normalizar todo tipo de comportamientos contra-natura - incluido el transexualismo y la pedofilia -, están emprendiendo una campaña abierta no para incluir, sino para excluir a la próxima generación de afianzarse en quien ellos son en esencia, según el diseño fundamentalmente inmutable que se establece de manera específica desde que un ser es concebido en el vientre de su madre.

En otras palabras, los activistas de las gestas antedichas hacen sus demandas en el marco del predominio de la disfuncionalidad de la familia nuclear y al margen de una causa natural que le dé carácter moral y legal a lo que ellos exigen a como dé lugar. Más aún, para lo propio piden concesiones como cuotas, subvenciones y legislaciones que consagren en las instituciones una retahíla de aberraciones disfrazadas de nobleza con nomenclaturas que ocultan con mentiras la verdad de lo que implica sucumbir a la embestida de estos movimientos que atentan contra la vida misma; nomenclaturas que hacen mención de los “derechos” de los que hacen la exigencia al tiempo que ignoran los que se vulneran como consecuencia.

Al decir esto me refiero, entre otros, a los derechos de los no nacidos. Estos, como es evidente para todo aquel que presta atención, son excluidos del discurso feminista que aboga por la legalización del aborto en nuestra media isla. Estas feministas extremistas arguyen que para que en nuestra sociedad haya una paridad real, la mujer debe poder estar tan desembarazada como el hombre. Así como lo leyeron. Ese es uno de sus argumentos centrales. Ellas dicen que para estar en igualdad de condiciones con el sexo opuesto ellas deben tener la opción de terminar un embarazo por cualquier razón o por ninguna razón en lo absoluto. Por tanto, no nos confundamos: el tema de las tres causales es solo un punto de partida para romper la inercia en el desarrollo de una agenda perversa que tiene como meta el aborto libre, puro y simple.

Más aún, cabe decir que esta agenda no se circunscribe a lo nacional. La misma es importada de países económicamente avanzados, pero moralmente quebrados. En República Dominicana, de hecho, existen numerosas organizaciones no gubernamentales que promueven la agenda en cuestión en los cuatro puntos cardinales de nuestra nación. Financiadas por la élite decadente de occidente, estas oenegés se codean con las altas oficinas del poder político y económico a nivel local, provincial y nacional, ganando espacios importantes para promover sus ideas a través de las escuelas, los medios de comunicación e importantes entidades del andamiaje gubernamental de manera transversal.

De cara a las elecciones presidenciales y congresuales de mayo próximo, la gran infraestructura organizacional ultraliberal que está desplegada a través de nuestro territorio nacional está cortejando a los candidatos a diestra y a siniestra. Lo hacen ayudando a financiar campañas y conectando a los aspirantes con organizaciones de “prestigio internacional” que aumentan el nivel de credibilidad del político que aspira a conquistar o mantener determinada oficina gubernamental. Esto incluye a los candidatos a diputado, senador y presidente de la nación.

Finalmente, es importante señalar que si el incumbente del Palacio Nacional es reelecto este puede que sea más propenso a darse el brazo a torcer ante las presiones tanto endógenas como exógenas para avanzar la agenda “igualitaria” en nuestra patria “soberana”. ¿Por qué entiendo que puede ser más propenso al particular? Simplemente porque importantes miembros de la cúpula de su partido y él mismo han expresado su apoyo a la agenda de marras. Esta realidad emparejada con el hecho de que en 2028 el incumbente no tendría que enfrentar al electorado lo hacen proclive a facilitar el avance del tren ultraliberal que hemos descrito en este ejercicio escritural.

Entretanto el electorado dominicano, a la fecha, está abrumadoramente en contra del desarrollo e institucionalización de esta agenda anatema a los valores y principios que abrazaron los patricios y que hoy millones de nosotros estamos dispuestos a defender; a defender no solo con la pluma de escribiente, sino también con el sudor de nuestras frentes, dando un paso al frente para frenar el ataque a la verdad y a la integridad física y moral de los entes más vulnerables de nuestra sociedad.