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SIN PAÑOS TIBIOS

Capitales que buscan refugio

El capital busca la estabilidad. No hace falta ningún estudio para llegar a una conclusión que es, a la vez, un axioma. El comercio requiere orden, certidumbre, reglas claras; y lo que aplica para una sociedad en una época, también aplica para otras; porque hablamos de un requisito sine qua non, ese que han buscado los comerciantes desde siempre; y no deja de ser curioso que los periodos de mayor expansión de la riqueza se hayan dado cuando el poder político creaba condiciones de seguridad y estabilidad necesarias para que los bienes y servicios pudieran fluir de un lugar a otro y generar riqueza.

El reordenamiento del mundo post II Guerra Mundial entronizó a Estados Unidos como garante de ese orden, y, en lo que un nuevo orden surge, este se mantiene vigente. Los países de Latinoamérica han mostrado altas y bajas en el proceso de recepción de capitales extranjeros y construcción de uno propio de factura nacional. La estructura de producción colonial no fue superada en los procesos de independencia, sino más bien, profundizada; y cuando vinimos a intentar en los 50’s engancharnos en el boom de la Pax Americana, ya la Guerra Fría nos ponía en el centro de un conflicto que no era el nuestro, pero del que tuvimos que formar parte.

Con luces y sombras, la economía dominicana ha tenido un crecimiento sostenido ejemplar. Lo de la redistribución de ese crecimiento continua siendo un desafío, pero sin crecimiento no habría nada que distribuir, y ese crecimiento ha sido posible gracias a los esfuerzos e inversiones realizadas por un sector empresarial pujante y dinámico; un pacto entre los políticos -no escrito- que procura estabilidad (aunque sea a costa de impunidad); y un convencimiento generalizado de que la inversión extranjera es favorable a nuestra economía, y que, por ende, tenemos que brindar facilidades e incentivos para que esta se anime a establecerse en el país.

Continúan sin resolverse aspectos nodales que determinan la decisión de inversión –de cara al día a día de todo negocio–, como comunicaciones, energía, servicios básicos, seguridad, etc., pero aún así, los políticos –de todos los partidos y colores– coinciden en su importancia. Sin embargo, cuando vemos el panorama desolador que en términos de estabilidad política viven desde Argentina a Colombia, uno se pregunta si como país estamos conscientes de que nuestro mayor activo sigue siendo la gobernabilidad.

Atrapados en disquisiciones ideológicas, algunos países de la región se plantean reforzar el rol centralizador y empresarial del Estado, como si la historia no estuviera ahí para indicarnos en dónde terminan casi siempre esos esfuerzos, de tal suerte que algunos de esos países suramericanos aumentan los niveles de incertidumbre en que se desenvuelven buena parte de las actividades industriales, creándose las condiciones previas a todo proceso de fuga de capitales, realidad frente a la que nuestra cancillería y las instancias competentes deben diseñar e implementar una política sutil, que nos haga ver como destino natural de todo capital que busca estabilidad política.