PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA
Entendiendo un desencuentro
La década de los 1980 fueron tiempos tensos. El 24 de marzo, 1980 era asesinado Oscar Romero, arzobispo de San Salvador. Antes lo había sido Rutilio Grande, S.J., el 12 de marzo de 1977.
Desde América Latina, durante el año 1979, le llegaban al P. General quejas de obispos contra los jesuitas. A finales de este año y durante el 1980, Arrupe consideró seriamente renunciar a su cargo.
El 3 de enero de 1980 se reunió con Juan Pablo II. Esperaba una apertura para comunicarle que consideraba dimitir. En la entrevista Arrupe “siente que no se mueve en la misma longitud de onda que su interlocutor [el Papa] y que no logra encontrar el lenguaje adecuado para entenderse con él (Gianni Bella, 2019: 130).
En febrero, Arrupe expresó su deseo de renunciar a sus asesores. Según Bella, éstas eran sus motivaciones: “la edad, la salud y el hecho de que es general desde hace quince años, pero, sobre todo, espera que su dimisión pueda ayudar a mejorar las relaciones con el Vaticano, porque se siente ahora como un estorbo.” Arrupe debía comunicarlo al papa y convocar la Congregación General de la Compañía de Jesús, único órgano que legítimamente podía aceptar o rechazar su dimisión.
Arrupe logra una nueva entrevista con Juan Pablo II el 18 de abril y le expone su parecer acerca de renunciar a su cargo. El Papa se sorprendió de que este asunto hubiera avanzado tanto sin su conocimiento. Arrupe no logra explicarle al papa que en este asunto las Constituciones de la Compañía no contemplan ningún rol para el Pontífice. Por su parte, Juan Pablo II le comunicaba a Arrupe el 1 de mayo: «No le oculto –le escribe– que esta comunicación me ha sorprendido verdaderamente. En efecto, me habría esperado que, atendiendo a la excepcional relevancia del asunto, usted hubiera informado al papa, al que la Compañía de Jesús está ligada por unos lazos tan particulares… Por consiguiente, considero que no es oportuna en este momento la convocación de la Congregación para la elección de un nuevo general…».
Del 13 al 17 de mayo de 1980 Arrupe visita a los jesuitas en Cuba. Ya en ese momento era público: Juan Pablo II no ha permitido que los jesuitas convoquen en Roma su Congregación General. El Papa siente que debe ir más lejos.