La economía nacional 2024: entre el reto y la oportunidad de producir y crecer más

El entorno de competencia política imperante durante febrero, por las elecciones municipales del 18, impidió que la población y actores económicos nacionales recibieran como evidencias de una auspiciosa oportunidad las informaciones despachadas desde el Banco Central de la República Dominicana (BanCentral) en torno a la variación de apenas unas centésimas del Índice de Precios al Consumidor (IPC) en enero, 2024.

Esa entidad reguladora monetaria y financiera comunicó que el IPC había registrado 0.09% en enero, lo cual constituye un aliciente que prácticamente frena el proceso de incremento continuo de los precios registrados en los tres años recientes, por efecto de la Covid-19, las guerras del período y las disrupciones de suministros generadas por doquier, factores que promovieron el desarrollo de coyunturas económicas distópicas alrededor del globo, limitando el desempeño económico global.

Entre diez y ocho economías de América Latina, la República Dominicana fue la 6ta con menor inflación anualizada: registró +3.2% en enero 2024, un resultado mejor al logrado por algunas economías subregionales más grandes o productoras de petróleo, entre ellas: Guatemala (+3.82%), Brasil (+4.51%), México (+4.88%), Colombia (+8.35%), Venezuela (+107.37%) y Argentina (+254.2%), entre otras.

Es deseable que el país pueda mantener este ritmo y grado de desenvolvimiento económico a lo largo del año, o superarlo. Para ello, el gobierno podría contribuir continuando enfocado en gestionar la masa monetaria y el endeudamiento que no tienda directamente a la inversión sustitutiva.

Que junto a este cuasi congelamiento de los precios ocurridos en enero, el cual esperamos se mantenga en iguales parámetros o baje más, la economía haya experimentado una expansión interanual de +4.5% contribuye a generar confianza en los actores económicos. De hecho, ellos son los héroes de este crecimiento ya que el indicador de su desempeño en la economía, el Índice Mensual de Actividad Manufacturera (IMAM), pasó de 56.6 en diciembre 2023 a 66.1 en enero, 2024, variando +9.5 puntos porcentuales (ppp), equivalentes al +16.78%, destacando fortalezas en las gestiones de ventas, cuyo volumen registró +41.17% en tanto lo producido lo hacía en +17.82%, con afectaciones sobre el empleo (-5.72%) y el inventario (-7.81%).

Está claro que las economías y quienes la gestionan mediante políticas públicas están en el deber de superar el paradigma de que el IPC tiene que crecer cada año, por defecto.

Hace falta gente que piense para desarrollar estrategias económicas cuyo fin sea mantener el IPC con crecimiento nulo durante tiempos prolongados puesto que, aunque este supuestamente se indexa a los sueldos y salarios, lo hace de forma post mortem, a posteriori: cuando los trabajadores y empleados han perdido, por varios años, capacidad adquisitiva, empobreciendo. Sólo desde ese punto de reajuste ellos obtienen un momento de “respiro”, para regresar a experimentar la reducción de la capacidad de compra de sus ingresos. Si esa visión sobre el IPC no cambia, la pobreza continuará dando saltos sucesivos, generalmente hacia peor.

En lo que esa utopía se concreta en las distópicas economías de desarrollo estancado (EDE), postulamos que si a este IPC de enero se agregan otros resultados de igual signo obtenidos en ese mes, como el crecimiento de +4.6% interanual del PIB, y a este, el incremento de las remesas hasta alcanzar US$874.1 millones —+9% respecto a igual mes del año anterior—, debemos colegir, forzosamente, que el 2024 ha empezado con muy buen pie y, más que eso, que puede estar ofreciendo una magnífica oportunidad para que los aspectos que obstruyen el crecimiento económico y el bienestar social logren contenerse aún más. No hay, entonces, razones para la timidez en las acciones industriosas y personales tendentes a un mayor activismo y a capitalizar el entorno creciente en formación a favor de una mayor rentabilidad.

Los organismos internacionales, especialmente el Banco Mundial (BM), proyectan una situación global de franco estancamiento o crecimiento económico bajo durante este 2024. Lo cual contradicen las cifras previas porque cada país se desarrolla a partir de las acciones, iniciativas, esfuerzos y visiones de sus actores internos. Sólo cuando estos son incapaces de optimizar su desempeño temiendo que se hagan realidad los designios del oráculo Banco Mundial en sus mercados y entornos económicos, las previsiones de esos organismos se cumplen. Ese oráculo pronostica un crecimiento global de +2.4% para el corriente año, en el cual las economías avanzadas registrarían apenas la mitad (+1.2%) ya que no tienen muchas áreas en las cuales invertir y actuar pues allí casi todo está hecho. En cambio, en las “emergentes y en desarrollo” —insisto: en desarrollo estancado o EDE—, el resultado a esperar es un PIB +3.9%, superior al vaticinado para América Latina y el Caribe, igual a +2.3%, entorno en el cual la República Dominicana crecerá —dicen— +5%, según prevé esa entidad.

De tal modo, el oráculo está indicando que las condiciones regresan a la normalidad y que la República Dominicana tiene, en el corriente año 2024, la oportunidad de recuperar su nivel de crecimiento histórico o superarlo —proponemos—, fin al cual —como beneficia a todos— todos debemos abocarnos.

La consigna entonces es: ¡a producir y a trabajar más!

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