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OTEANDO

Cada uno tiene sus razones

Vencido el plazo para inscribir candidaturas presidenciales, vicepresidenciales y congresuales, los partidos políticos han definido la cuestión; algunos, defraudando las conjeturas de muchos analistas sobre el particular y, en otros casos, confirmándolas. Los candidatos a la presidencia de varios partidos políticos se decidieron por llevar mujeres como compañeras de boleta. Por ejemplo, Luis Abinader irá con la vicepresidente actual, Raquel Peña; Abel Martínez eligió a Zoraima Cuello; Leonel Fernández a Ingrid Mendoza, viuda Pared; Carlos Peña llevará a Nikauly De La Mota, y Fulgencio Severino será acompañado por Francisca Peguero.

De inmediato empezaron los juicios acerca de la procedencia o no de tales decisiones por parte de los candidatos a la presidencia. Pero, en la mayoría de los casos, se trata de opiniones sesgadas, de manifiesto tinte partidario y, yo diría que, en algunos casos, obligadas -cuestión deducida de los niveles de compromiso político de quienes los hacen, cuando no económicos- y, excepcionalmente, conjeturas nacidas del análisis concienzudo de personas con las competencias para hacerlo. Algunas feministas opinan que la razón fundamental de tales elecciones está influida por los roles de preponderancia que en la actualidad están jugando las mujeres en la gestión pública o privada y, además, por el hecho de que ellas constituyen la mayoría de la población electoral.

Otras consideraciones versan, de modo específico, sobre las competencias que tiene cada una de las elegidas o sobre su carisma. Algunos se deciden por el descrédito y la descalificación moral, cosa que nunca falta ya en nuestro ambiente político a la hora de ver que el agraciado o la agraciada no representa los intereses del o la analista. Esto último se ha puesto muy de moda en un medio como el nuestro, en el que la democracia va por derroteros insanos, habida cuenta de que se han abandonado por completo las ideologías y se recurre a cualquier cosa para obtener ventajas en las lides políticas. La fortuna ajena amarga a muchos.

Particularmente considero que las mujeres tienen tanto derecho como los hombres de participar. Claro, esa igualdad de derechos debe estar avalada por las competencias que exige cada espacio político. Pues, no es cuestión de igualdad por igualdad, sino de igualdad fundada en aptitudes reales, no en el género por sí solo. Y, algo que no haré -de ninguna manera- será prestarme al jueguito de la descalificación moral. Cada uno debe dar cuenta de lo suyo. Y estoy seguro de que los partidos políticos han tenido sus razones tácticas para dichas elecciones que, de seguro, resultarán, en la mayoría de los casos, muy ajenas a aquellas en las que se fundan las opiniones más generalizadas.