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El desarrollo económico a través de la educación: ¿Rima o leyenda?

En el corazón de la tradición griega se reconoce la “paideia”, o educación formal, a aquella que recibían los niños, como estrategia para formar ciudadanos con conocimientos en áreas como filosofía, retórica, educación física, matemáticas, artes, moral y ética. Con esto se formaba un ser humano integral, con conocimiento de sus derechos y deberes como ciudadano. Bien es sabido que la educación es imprescindible para el desarrollo de los pueblos y otrora, en el siglo IV a. de C. el legislador griego Carondas de Catania legisló a favor de la obligatoriedad de las escuelas, públicas y gratuitas. Siglos después se promulga en el 1997, en República Dominicana, la Ley General de Educación (Ley 66-97) estableciendo el compromiso del Estado para destinar al menos el 4% del PIB del presupuesto para la educación.

Varias han sido las estrategias del MINERD y MESCyT para hacer realidad el compromiso de un país “educado formalmente.” Pero ¿Cómo saber qué tanto hemos mejorado? Muchas son las estrategias y variables que pueden analizarse para determinar el desarrollo de una nación (Producto Interno Bruto (PIB), índice de desarrollo humano (IDH), índice global de innovación, índice de competitividad mundial, indicadores de los rankings universitarios, entre otros). Indudablemente, muchas son las teorías académicas que explican cómo los países logran un desarrollo de bienestar para sus pueblos.

Ahora bien, ¿encontramos información disponible que nos pueda guiar para validar estas teorías a la realidad dominicana? ¿Pudiéramos confirmar que las inversiones en educación tributan directamente al desarrollo económico y humano dominicano? La tarea presenta desafíos, reconociendo la limitada data disponible. Para los fines de este artículo, he decidido medir la correlación entre algunas variables, obtenidas cada una de los sitios web oficiales.

El hallazgo de este análisis resalta la existencia de una correlación significativa entre el PIB y los presupuestos asignados a MINERD y MESCyT, observándose una tendencia ascendente en los últimos períodos. Este fenómeno no solo debe atribuirse a decisiones gubernamentales, sino que refleja el constante crecimiento económico y el efecto de la inflación. A pesar de esto, se detecta una importante correlación negativa entre el presupuesto de MESCyT y la cantidad de patentes registradas (-0.850 de Pearson), lo que plantea la hipótesis de que son otros los factores inciden en la educación e innovación, más allá de la inversión pública en educación superior. Esto es contrario a lo que sugieren diversas investigaciones académicas, que concluyen un impacto directo de la inversión en educación superior sobre el incremento en el registro de patentes.

Además, la literatura científica estipula que debería observarse una correlación positiva entre el PIB y el número de solicitudes de patentes. Sin embargo, el análisis de la gráfica de dispersión 1 revela que, aunque existe una correlación moderada (0.277 según Pearson, y 0.21 según Tau), esta es considerablemente baja y presenta una considerable variabilidad. También ilustra que, en ciertos casos, incrementos en el PIB per cápita se correlacionan con un aumento en el número de solicitudes de patente.

Es muy gratificante confirmar que existe una fuerte correlación negativa (-0.912) entre el Presupuesto MINERD y el IDH. Saber esto nos ofrece la esperanza de que mayores y más eficientes inversiones en educación tributan a la mejora en este Ranking, como se observa en la gráfica 2. Estos resultados resaltan la importancia de la inversión en educación y desarrollo tecnológico como factores clave que pueden contribuir al desarrollo de un país. La correlación subraya el impacto potencial de las políticas educativas en el progreso social y económico. Viju y Wullianallyr Raghupathi, en un estudio multinacional acerca la innovación, encontraron una alta correlación entre el salario mínimo y la cantidad de patentes por habitante, sugiriendo que aquellos países con mayores tasas de patente también son los países con mayores salarios. En conclusión, no es rima, ni leyenda, que el desarrollo económico se relaciona con una educación de calidad que incide en la innovación. Se reconoce que los países más desarrollados tienen también mayores tasas de patente por habitante, y por igual, con inversiones mayores, y más eficientes, en educación e innovación. Nuestra realidad, como país en vía de desarrollo, es distinta, al igual que nuestras necesidades. Hemos avanzado, y seguimos haciéndolo. Como ejemplo, hace 20 años el país no tenía un solo estudio a nivel de doctorado, y ya solo nuestra Unapec cuenta con cuatro, en tres facultades. Esta tarea, la del desarrollo económico y humano, es una tarea de todos, para que el desarrollo de República Dominicana no sea una rima vacía o una leyenda inalcanzable, en otro de los escritos de Gustavo Adolfo Bécquer.

José Antonio Gil Sánchez. Para contactar al autor puede escribir en X o Instagram a través de su cuenta

@GilTheTeacher

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