Ideando
Faltó creatividad
Si de algo han carecido tradicionalmente las campañas publicitarias de los políticos criollos, salvo excepciones, es de creatividad. En cada contienda electoral somos testigos de la cantidad de piezas publicitarias concebidas pobremente y que solo recogen una letanía de promesas increíbles.
Y realmente no se explica cómo un país que cuenta con tantos buenos creativos, con profesionales laureados en festivales internacionales como Clio, New York Festival, Fiap, Cannes, entre otras competencias donde acude el talento más notable del mundo, sean tan escasos los ejemplos de buenas campañas en el marketing electoral del país.
Parece que los asesores de los candidatos desconocen e ignoran los buenísimos talentos que hay en nuestro país con sobradas condiciones para hacer de sus campañas joyas exitosas para sus aspiraciones.
Las pasadas elecciones municipales fueron, desde nuestro punto de vista, ejemplos de pobre creatividad publicitaria y en algunos casos verdaderos desaciertos comunicacionales.
Una posible explicación podría ser la de que los candidatos, empezando por ellos mismos, se autorecetan sus campañas, produciendo mensajes sin impacto y sin garras para convencer, y lo que es peor, con una profunda ausencia de estrategia. Es decir, campañas hechas a la medida de su incapacidad para tales fines.
En otros casos se produce el hecho de que alrededor los candidatos pululan muchos listillos que se exceden en su interés de ganar méritos ante sus líderes y entonces producen campañas sin ningún tipo de notabilidad.
A la publicidad política del país le falta gracia, simpatía, espectacularidad, mensajes que agraden y produzcan empatía, mensajes con menos promesas y demagogia, con menos palabras y más encantos, en fin, precisa de gente que pueda desarrollar historias que en vez de aburrir, llamen la atención y se graben en la memoria de los electores.
Lo mismo podría decirse de la contratación de las agencias publicitarias. En la historia del marketing político del país rara vez se ha producido este hecho. Y las veces que ha sucedido, los ejemplos han sido muy satisfactorios.
A los asesores políticos y a los propios candidatos y su entorno, se les ha olvidado que vivimos tiempos de nuevas ideas y nuevas formas de vender las mismas; que ante una audiencia tan disgregada por la diversidad de medios y opciones de todo tipo, el reto es cautivar y llegar eficientemente a ese público fragmentado y esos son retos solo para profesionales.