Intenciones ocultas
La cifra está en discusión, y la diferencia en los estimados es enorme. El número de inmigrantes ilegales que han intentado entrar a los EE.UU. durante los últimos tres años se calcula entre seis millones, según datos del gobierno, y trece millones, de acuerdo a los que círculos republicanos consideran como datos más confiables. Sobre lo que no luce que haya divergencia es que la inmigración se perfila como uno de los asuntos más importantes a ser debatido en la campaña para las elecciones del próximo noviembre, siendo la gestión del presidente Biden a ese respecto desaprobada hasta por numerosos miembros y simpatizantes de su propio partido.
La pobreza y la inseguridad, igual como sucede con el cruce de haitianos hacia nuestro país, es la causa que generalmente se acepta como motivo de la inmigración. Desde ese punto de vista, el propósito de los inmigrantes es tratar de escapar de la precariedad en la que viven en sus países de origen, para lo cual están dispuestos a embarcarse en una travesía arriesgada, dejando atrás sus hogares y con frecuencia también a sus familias.
En los EE.UU., no obstante, ha surgido un nuevo ángulo en el debate. Algunos prominentes partidarios republicanos han añadido otra causa para la inmigración. Señalan que entre los inmigrantes figuran numerosos chinos, decenas de miles, cuyas intenciones pueden ser más siniestras. Pueden, por ejemplo, ser agentes encubiertos enviados para espiar instalaciones militares, obtener secretos industriales, infiltrarse en organizaciones comunitarias, difundir rumores o apoderarse de equipos tecnológicos. Es como si aquí se argumentara que una parte de los inmigrantes haitianos, sea ésta grande o pequeña, tiene la misión de actuar como una quinta columna a fin de subvertir el orden y las instituciones de nuestro país.
Aunque la evidencia no parece confirmar que esas intenciones ocultas existen, creer o no creer que sean reales depende de la percepción individual de cada persona, dado que no pueden descartarse de manera absoluta y determinante. Y un ambiente de extrema división, rivalidad y desconfianza como el que hoy hay en los EE.UU., propicia que prospere cualquier tipo de especulaciones.