VIVENCIAS
La reputación
En Gaudium et Spes, n. 26, refiere, que toda persona tiene derecho al honor o buena fama, diríase, además, “a la buena reputación social (Juan XXIII, Pacem in Terris, 12), consistente en el reconocimiento por parte de los demás, de palabra y de obra, del buen nombre de que goza una persona por su situación personal y social.
No obstante, la primera gran dificultad con que tropieza esto, es ganar buena reputación, que se debe conservar toda la vida y preservarla después de la muerte.
Cuando se decide alguien atacar la honra de una persona siempre hay que contar con hechos, y una vez comprobados resulta en extremo difícil pretender sustraerse a la responsabilidad que se deriva de estos.
Podría afirmarse que hoy, el examen de la honestidad y la moralidad de los actos es muy fácil de superar, porque la denuncia comprobada no puede manejarse en los entresijos del encubrimiento.
Mas que esto, la rectitud de conducta y la reputación impide recabar para si mayor confianza y aprecio, cuando la persona no ha mantenido una conducta sin tachas en donde le ha sido confiado una misión.
Se olvida, siguiendo a Benavente, que el “honor no se gana en un día para que un día pueda perderse ya que, quien en una hora puede dejar de ser honesto es que no lo fue nunca”.
Pero mayor contradicción hay, cuando se quiere defender la reputación de alguien, bajo el argumento de que, tanto la “mentira es mejor, cuanto más parece verdadera; y tanto más agrada, cuanto tiene más de lo dudoso y posible