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Después de las elecciones… se impone la descontaminación visual

En la turbulencia de un proceso electoral, máxime en un país como el nuestro en el que bien no se han juramentado las autoridades electas inicia el proselitismo de uno y de otro litoral, con todo lo que esto implica en términos de propaganda y difusión, se requiere del acatamiento de las reglas establecidas, pues todo esto se traduce a su vez en una campaña electoral permanente que a sinceridad, en ocasiones raya en el hartazgo.

Es que, como sabemos, el despliegue de publicidad en sus diversas manifestaciones se pone de manifiesto, creando un ambiente verdaderamente hostil en lo que respecta a la contaminación visual, sin hablar del derroche que en términos materiales implica todo aquello, entre otros aspectos propios de toda campaña electoral.

Sin embargo, en lo que respecta a los afiches y vallas publicitarias, que es en lo que nos concentraremos en esta entrega, se crea un gran desastre como resultado de la contaminación visual que produce la sobre propaganda, la que en ocasiones se hace de manera exagerada y en algunos casos hasta sin sentido, colocando en un mismo espacio varios afiches y vallas incluso de un mismo candidato.

Indudablemente que esa contaminación afecta de manera directa a las personas, produciendo “cansancio visual, dolor de cabeza, obstrucción visual, estrés, distracciones peligrosas, incomodidad, bloqueo del paisaje natural y pérdida de los valores escénicos”, entre otros daños. Desafortunadamente la contaminación visual es uno de los principales problemas a los que se exponen las personas “en casi todas las partes del mundo”, a lo que obviamente no escapa nuestro país.

Dicho lo anterior, queda bastante claro que la contaminación visual puede afectar -y diríamos que afecta- de manera importante la salud de las personas ya sea directa o indirectamente, y de ahí la importancia de que la misma sea reducida, y en el caso particular de la República Dominicana, pasada la campaña electoral en este primer tramo respecto a la municipalidad, tenemos la esperanza de que sea retirada de manera total del entorno; ojalá que cada aspirante, así como lo hizo para colocar su propaganda electoral, se apreste por igual a retirarla, posibilitando así la descontaminación visual.

No es justo que la ciudad se quede visualmente contaminada pasadas las elecciones y que permanezcan a través de los meses afiches y vallas publicitarias en la vía pública o que tengan que retirarlas los gobiernos locales u otras instituciones interesadas en el ornato de la ciudad, y que quienes las colocaron se queden como que no ha pasado nada.

No olvidemos que, de conformidad con el artículo 171 de la Ley 15-19, del 18 de febrero de 2019, Orgánica de Régimen Electoral, es responsabilidad de los partidos políticos y sus candidatos el retiro de la propaganda electoral, y que en armonía con la norma deben producirse las coordinaciones de lugar entre “los partidos políticos y los ayuntamientos correspondientes, la organización de jornadas de limpieza, a partir del momento que la Junta Central Electoral lo coordine con dichas autoridades”.

Ese proceso de coordinación asignado a los partidos políticos y sus candidatos, como pueden generarse descuidos, es muy importante que el órgano electoral asuma el rol protagónico que le confiere la ley, pues no por casualidad dispone la norma que la Junta Central Electoral “podrá retener un monto de los aportes a los partidos políticos, esto como garantía de que efectuarán efectivamente el retiro de la propaganda”.

Como se ve, es tal el interés de la norma en que se retire toda propaganda electoral tras la culminación del proceso de que se trate, que incluso prevé que “en caso de que los partidos políticos no hagan efectivo el retiro de la propaganda, la Junta Central Electoral solventará los costos de retiro de la misma con los fondos retenidos al partido político correspondiente”.

En ese sentido, si bien lo ideal sería que vayamos cada vez más tomando conciencia del daño que provoca la contaminación visual para irla reduciendo, mientras tanto, una justa aspiración a esos fines pensamos que puede ser, esperar que pasadas las elecciones municipales, toda publicidad a esos fines sea retirada, y que lo propio ocurra una vez concluyan las elecciones congresuales y presidenciales pautadas para el mes de mayo.

El autor es ocoeño y egresado de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).