En memoria del Dr. Roberto Ravelo Roger
Ha fallecido el Dr. Roberto Ravelo Roger. Lo conocí a finales de la década del cincuenta junto a otros jóvenes capitaleños que se denominaban como el Grupo de la Pasteur. Este grupo de muchachos se reunían diariamente frente al teatro “’Elite” y conversaban sobre diversos temas del acontecer nacional y exterior. Planeábamos las próximas fiestas que se celebrarían en los principales centros nocturnos, como en el hotel Jaragua, el Golf Tennis Club, el Embassy y en el Country Club. Algunos se quedaban hasta después de la 1:00 p.m para esperar la salida de las muchachas de los colegios como el Santo Domingo y el Muñoz Rivera. Todos ellos eran muchachos de clase media que comenzaban sus estudios universitarios y casi todos vivían en Gazcue. En mi caso, yo era el visitante en los veranos, ya que estudiaba fuera del país. Roberto se llevaba bien con todos y como era corpulento ninguno de nosotros buscaba pleitear con él. Todos los muchachos de ese grupo han sido reputados profesionales y mantienen entre ellos la amistad que desde aquel entonces tenían. Estos se casaron con jóvenes de su clase social y con el transcurrir del tiempo formaron familias cuyos hijos han seguido esa misma trayectoria.Eran tiempos diferentes en sus múltiples formas y la base de su educación era la familia. Todos ellos venían de hogares cuyos padres y madres han sido ejemplos en nuestra sociedad.
El padre de Roberto fue el Dr. Arturo Ravelo Díaz, cuyos estudios los realizó en la Universidad de París y quien trabajó en Francia en el reputado Instituto Pasteur. Luego regresó a su país, casado con Madame Lauret Roger, teniendo un solo hijo que fue Roberto quien se graduó de la Universidad Autónoma de Santo Domingo y luego realizó estudios de su especialidad en Nueva York para posteriormente irse durante cuatro años a trabajar como gastroenterólogo en Madrid, España.
Roberto al regresar al país se incorporó al staff médico de la Clinica Abreu. Nunca en mi larga vida he conocido un hombre tan dedicado a su profesión y a sus pacientes. Muchos de estos no tenían con qué pagarle y le dejaban en su consultorio sacos de plátanos, de fruta y pollos vivos. En aquellos años nuestra amistad se consolidó a través de nuestras esposas. Describir a Roberto es difícil y si hay alguien que se apego y cumplio con el Juramento Hipocrático, es el Dr. Ravelo Roger. Es como nos ha dicho su colega el Dr. Rafael (Kuki) Gautreaux y como también diríamos todos los que fuimos sus amigos: Roberto es un ser humano muy especial, entrañable amigo y extraordinario profesional. A su esposa, mi querida Maruja, sus hijas y sobrinas postizas mías, siempre recordaremos a Roberto. Descansa en paz.