¿Por qué hay tapones en Santo Domingo?
Durante años se advirtió el peligro de asumir una política de movilidad orientada a facilitar los desplazamientos vehiculares en la ciudad de Santo Domingo, ya que esto produciría a mediano plazo un impacto negativo en la gestión del tránsito. Hoy en día cosechamos el resultado de aquellos presagios que anticipaban el caos existente en el Santo Domingo chiquito y en el grande, sin importar hora pico, días laborales o festivos, las calles de la Primada de América y todo su entorno se han convertido en un infierno para el buen desenvolvimiento de aquellos que se movilizan por cada rincón de la geografía urbana.
Hace 25 años nos decían que los túneles eran la solución a los tapones; sin embargo, hoy tenemos túneles, elevados, pasos a desnivel y sin lugar a duda el tapón es peor. Nos presentaban la necesidad de construir en la zona urbana de Santo Domingo nuevos kilómetros de vía, por debajo de la tierra, en superficie o ampliando carriles a un lado y otro de cualquier calle o avenida, como solución al caos histórico.
Todo esto sin la previsión resaltada en la literatura especializada, de que, a mayor cantidad de vías, mayor circulación de vehículos. Lo cual convierte las soluciones orientadas al vehículo en un placebo que durante un tiempo desvanece el problema y luego lo revive con mayor intensidad. Estas intervenciones son el punto de partida para destacar los tres factores que inciden en el aumento de los tapones en Santo Domingo.
En primer lugar, hay tapones porque la inversión implementada en las últimas décadas ha sido destinada en su mayoría al vehículo privado, en detrimento de orientar un mayor porcentaje de la inversión para fortalecer la gobernanza del sector, robustecer la oferta de transporte colectivo y adecuar alternativas para que los individuos puedan movilizarse de manera eficiente.
En segundo lugar, hay tapones debido al desorden en el uso del suelo que tiene su punto de partida en la ruptura entre la localización de ciertas actividades y el tipo de vías existentes en la ciudad; lo cual se expresa en un número importante de actividades incompatibles con el lugar donde se encuentran, industrias en el centro de la ciudad, establecimientos educativos en zonas residenciales, comercios sin estacionamientos, urbanizaciones con pocas alternativas para la circulación inter barrial. Una parrilla urbana que coloca en horarios similares un importante volumen de unidades vehiculares, sin la posibilidad de que puedan desplazarse con fluidez.
Finalmente, hay tapones porque el Distrito Nacional es una zona de paso que recibe todo el tránsito que se moviliza de un punto a otro punto de la provincia, convirtiéndose en receptor de aquellos movimientos interregionales que cruzan por el corazón económico, social, administrativo y político de Santo Domingo; situación que se acentúa debido a las inversiones que facilitan el movimiento de los vehículos privados. Una zona de paso que atrae los residentes del entorno de la capital y los suma a los residentes del Distrito, para duplicar en ciertas horas del día la población en esta superficie.
A diferencia de los argumentos repetidos por años, donde la “solución” es incrementar los kilómetros de vías a lo interno de la ciudad, aumentar la velocidad de los vehículos privados o construir infraestructuras para reducir los tiempos de espera, se requiere visualizar el sistema de movilidad como una pieza estratégica de la ciudad, esto nos permitirá poner fin al caos existente en los principales centros urbanos y así devolver a la población una mejor ciudad que a su vez contribuya en garantizar el bienestar de sus ciudadanos.
@erickdorrejo