Tribuna del Atlántico
El caso de Wander Franco y sus múltiples tragedias
De la Grecia antigua, que tantas cosas nos ha legado, nos viene la tragedia, que en la moderna Wikipedia, se define como: “una obra dramática de asunto terrible y desenlace funesto en la que intervienen personajes ilustres o heroicos, y emplea un estilo de lenguaje sublime o solemne”.
Y dice más: “y se ven enfrentados de manera misteriosa, invencible e inevitable, a causa de un error fatal o condición de carácter (la llamada hamartia) contra un destino fatal”.
Dicho esto, queda claro que al observar el caso del jugador de Grandes Ligas, Wander Franco, estamos ante una tragedia, en sentido clásico, y, múltiples tragedias más, de esas que acontecen en la vida de la gente común.
La de él, un muchacho de procedencia humilde que, gracias al talento deportivo y la dedicación, logra el ansiado sueño de llegar a las Grandes Ligas, y allí, demostrar valía, hasta el punto de alcanzar un contrato fenomenal de al menos 182 millones de dólares, y que, de pronto, cuando apenas inicia su trayecto, con 22 años, se ve envuelto en un caso, que lo pone a las puertas de perder el sueño de su vida, o al menos, de no alcanzar todo lo que su potencial le permitía. Y todo esto ¿Por qué? Por lo mismo que se han originado guerras, traiciones, muertes y desgracias, la pasión sexual, génesis de grandes historias y de tantos fracasos de la vida.
Con una agravante más, que convierte su situación en una tragedia aún más delicada, que el objeto de esa pasión, es una menor de apenas 15 años, hoy, que todos tenemos conciencia de que, para tener relaciones sexuales hay que ser adultos y que toda relación con menores se reputa abusiva e ilegal.
Nadie debería olvidar que venimos de una sociedad en la que, hasta ayer, literalmente, era común eso de que adultos se casaban, se llevaban y mudaban menores, con o sin, el consentimiento de sus padres, historias hay por cientos, algunas que incluso constituyeron familias estables y funcionales, hoy sabemos que era una aberración, que aceptábamos por ignorancia.
Pero es también una tragedia la de la niña, cuyas relaciones sexuales se iniciaron antes de la aparición de Franco, que según su testimonio, que nunca debió salir del tribunal, era usada por su madre para sacar dinero de múltiples maneras, que aparece en videos haciendo bailes impropios de su edad, sin un adulto que impidiera su exposición de esa manera. Con una vida ya marcada, quizás para siempre.
Y no deja de ser tragedia el caso de la madre, una mujer joven, bien parecida, con un buen trabajo en una institución bancaria, y que, al parecer, carecía de los frenos necesarios, para conducir su vida y la de su hija por el mejor camino, pierde su trabajo, y enfrenta la posibilidad de ir a la cárcel.
No voy a exculpar a Franco, sin dudas estaba consciente de que jugaba con fuego, pero sus 22 años, no le aportan la madurez que un buen consejo pudo darle, y, da mucha pena, que pierda un futuro brillante, en esas condiciones.
Pero la peor tragedia, es la de la sociedad dominicana, donde cada año, miles de niñas dan a luz, producto de relaciones irregulares, la gran mayoría con adultos que tienen edad para ser sus padres y hasta con sus propios padres, ellas mismas son el cuerpo del delito. Llevan en su vientre la prueba del abuso.
Lo que obliga a preguntar. ¿Cuántos de esos casos van a la justicia?
La gran tragedia de hoy, es nuestra incapacidad manifiesta para frenar esa ola de embarazos infantiles, que van más allá de este caso y que requieren algo más, que lo que hasta hoy, hacemos..