Bukele: Reelección inconstitucional a la vista
La Constitución es la ruta de vida de la democracia. Cuando desde el poder del Estado se incumple e irrespeta, principian a perderse sus valores y el autoritarismo cobra fuerza.
La Constitución es la ley suprema de una Nación. Aunque puede haber debate sobre cuál es la primera Constitución de la historia, en la práctica, es la de Estados Unidos por ser la única vigente desde 1787 y, marcando una tendencia, establece los derechos ciudadanos, fija los límites del poder político y crea un ordenamiento de pesos y contrapesos para que la institucionalidad funcione en beneficio de la democracia.
En medio de una intensa guerra librada entre el ejército salvadoreño y las fuerzas rebeldes del Frente Farabundo Martí Para la Liberación Nacional (FMLN), se discutió, debatió y aprobó una nueva Constitución de 1983, para dar paso a gobiernos civiles que deben elegirse cada cuatro años por el voto popular. El primer presidente de la era democrática fue el democratacristiano Napoleón Duarte, dando paso luego a un virtual bipartidismo entre los partidos Arena (derecha) y FMLN (izquierda), que gobernaron desde 1989 hasta 2019, cuando irrumpe en la política Nayib Bukele, quien termina con ese ciclo bipartidista.
En estos casi cuatro años de gestión, Bukele ha consolidado su posición y creado una nueva fuerza política, “Nuevas Ideas”, con la cual ya triunfó en elecciones legislativas y ahora se prepara para buscar la reelección en los comicios del 4 de febrero, aunque la polémica sobre la legalidad de su candidatura no terminará ni siquiera ese día.
Y no es para menos. Hay que partir de un reconocimiento innegable: Bukele es el mandatario más popular de América. Un 88% de salvadoreños aprueba su gestión y, de acuerdo con las encuestas, su reelección es hecho cantado.
Sin embargo, aunque la aceptación a su candidatura es también abrumadora, “hay un pelo en la sopa”, como dice el refrán popular: ¡Bukele viola Constitución de la República!
No se trata de un tema de poca monta. Para tenerlo claro, hay que ir a la Constitución de su país y leer los artículos 152 y 154, que con absoluta claridad establecen que no puede reelegirse un presidente. ¡Punto!
Su gran aceptación se debe a que prácticamente ha terminado con las pandillas o “maras” que agobiaban a la sociedad con extorsiones y asesinatos, mantiene un discurso anticorrupción fuerte y es ejecutor eficiente. Sin embargo, ha mantenido al país bajo estado de excepción prácticamente durante todo su período, no respeta la libertad de expresión y de prensa, mientras que es hábil comunicador y auténtico estratega en el manejo de las redes sociales para influir en las masas.
Pero hay algo peor. En este momento –aún ahora que no es presidente por estar gozando de licencia para hacer campaña electoral–, en las manos de Bukele están todos los poderes del Estado, los que controla a su sabor y antojo. Eso explica que pueda violar de manera flagrante la Constitución sin que ninguna instancia se atreva siquiera a chistar en contra de él, sus acciones o intenciones.
Por ahora debemos reconocer que la gran mayoría de salvadoreños están satisfechos con su gobernante y lo votarán para segundo mandato, pero no se puede negar que, para ello, se habrá violado la Constitución. Así empezaron varias dictaduras presentes y anteriores, incluso militaristas del siglo pasado. Para muestra como “botón” muy cercano, está Daniel Ortega, que hace lo mismo que Bukele, aunque la última vez tuvo que encarcelar a todos los opositores para asegurar que no tendría competencia significativa en las urnas.
Volviendo al eje central de este comentario, la violación constitucional, vale decir que lo que el presidente salvadoreño hace es imponer que la política en su país se juega no con el reglamento aprobado –la Constitución–, sino con uno diferente impuesto por el poder político que él mismo representa en estos momentos. Es más, la propia Constitución dice que “quien promueva la reelección pierde los derechos de ciudadano”, esto no sucederá, porque todas las instituciones de ese pequeño país centroamericano responden a un solo mando y no es otro que la voluntad de Bukele.
No son pocos los que dicen que El Salvador está a las puertas de una dictadura. Eso causa debate. Lo que no se puede negar es que un presidente absolutamente popular decidió violar la Constitución y así, ha dado un peligroso paso que debilita la democracia y fortalece el autoritarismo.