VIVENCIAS
Temeridad y responsabilidad
La responsabilidad es un hábito no sólo por la repetición mecánica de acciones, sino por el crecimiento en la toma de conciencia del propio bienestar y de la felicidad de otros, que surge cuando nos damos cuenta de que los demás nos necesitan
Responsabilidad que pone su acento en el obrar de nuestra libertad, que deberá tener consecuencias cuando esa libertad exceda los patrones de conducta que rigen el espacio vital en que vivimos.
La cantidad alarmante de accidentes fatales de vehículos que transitan sin respetar la normativa legal, en especial motocicletas, autobuses y patanas, que van una velocidad excesiva, y conductores temerarios que no tienen la mínima prudencia, con el subsecuente resultado fatal de muertes ocasionadas por estos accidentes, nos hace reflexionar sobre esto.
¿De quién es la responsabilidad? Sin duda, de quienes tienen la obligación de hacer cumplir la normativa legal aplicable y no lo hacen, que programan soluciones que nunca aplican, y funcionarios teóricos, que presumen de una capacidad que no tienen, y que no pueden demostrar su calificación porque nunca han tenido una preparación técnica que los respalde.
Si bien el culto a la velocidad es causa de esto, no menos cierto es que no hay una buena educación vial y sanciones efectivas como medida preventiva. Ocurren las desgracias por las pérdidas de vidas humanas, pero solo nos lamentamos cuando ocurren, luego se olvida y sigue la fiesta.
El culto a la velocidad degrada nuestra humanidad, quizás valdría la pena recurrir como publicidad al arte de la “lentidigitación de René Lavand, diciendo “no se puede hacer más lento”.