Tribuna del Atlántico
Trump y la fascinación autoritaria
El New York Times recoge, en su edición del domingo, los resultados de una encuesta, realizada en conjunto con Sienna College, que establece que Donald Trump lidera las preferencias electorales en estados claves, decisivos para las elecciones del 2024.
La encuesta es relevante porque las elecciones del 2016 fueron decididas por varios de estos estados, que le permitieron alcanzar el número de colegios electorales para ganar, a pesar de tener 2 millones de votos menos que Hilary Clinton.
El que un hombre que ya fue presidente y que enfrenta numerosos casos judiciales, inéditos para un ex presidente, en un país en donde la tradición es que los ex mandatarios no suelen ser procesados, el que enfrente casos tan disímiles como incitar al ataque al Capitolio, por abuso sexual, por inflar el monto de su fortuna, etcétera, hace ver a un hombre con conflictos con la ley en diferentes aspectos, en un país en donde el imperio de la ley ha sido norma y donde más de uno ha tenido que desistir de sus aspiraciones políticas por hechos similares, es como para llegar al punto de no entender nada.
En cualquier otro momento, con cualquier otro candidato, a estas alturas, con ese paquete de procesos judiciales, ya no sería una opción electoral.
A un año de distancia de las elecciones, es mucho lo que puede pasar y ciertamente nadie puede asegurar que Trump gane nuevamente la presidencia.
Pero ante lo que estamos, es ante un ex presidente condenado por abuso sexual y difamación, contra la escritora, E Jean Carrol, que enfrenta 37 cargos federales, por violaciones a la ley de espionaje, obstrucción a la justicia y falsedades, cargos estatales y federales por sus esfuerzos por anular las elecciones del 2020, un caso estatal por el pago a Stormy Daniels para que guardara silencio en 2016.
En fin, ningún ex presidente ha enfrentado ni siquiera una fracción de la cantidad de casos que tiene abiertos Trump.
¿Qué significa esto?
Estamos ante un candidato que divide radicalmente al pueblo norteamericano, a favor y en contra, un individuo que sabe concitar pasiones en un sentido y en otro, hasta el punto que a la mitad de lo electores parece no importarle su conducta personal, en temas como delitos sexuales, que han hecho naufragar las aspiraciones de decenas de candidatos, al congreso, alcaldías, gobernaciones y a la presidencia.
Ni qué decir de delitos relativos a la seguridad nacional.
El influjo de este líder autoritario, que no logró en 4 años devolver al pueblo norteamericano la fortaleza internacional que prometió, cuyo liderazgo ha sido cuestionado por colaboradores cercanos, hay al menos 4 libros escritos al respecto, dentro de los cuales sobresale el de su asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, The Room Where It Happened: A White House Memoir. ("La habitación donde sucedió”), que afirma sin empacho que Trump, no está apto para el cargo, va en contra de toda lógica política.
El mundo vive una etapa de fascinación por los liderazgos autoritarios, de derecha e izquierda, parecería que entramos de lleno a la era del, “autoritarismo con respaldo popular”, ante la cual es necesario preguntar: ¿Hacia donde lleva esa fiebre autoritaria a la democracia, como la conocemos hasta ahora?
¿Será que, incluso en Estados Unidos, el imperio de la ley, estará sujeto a si favorece o no, a un líder determinado?
El mensaje es preocupante.