VIVENCIAS
Crónica de una escogencia
De una en un millón se da este azar, de tres candidatos optando para un puesto de gerente en una reconocida empresa dedicada a la producción de subproductos de origen animal, no aptos para el consumo humano (SANDACH) destinados a vertederos.
Es este albur, los tres aspirantes a gerentes tenían distintas credenciales, pero igual nombre de pila, por lo que, el encargado de personal al advertirlo los instó a que si tenían algún apodo lo incluyeran en el formulario de solicitud de empleo para diferenciarlos.
Bajo esta instrucción, se le hizo llegar al presidente de la empresa los tres nombres con sus respectivos apodos que respondían a Pérfido Nandole (a) Gaberre, Pérfido Klimán (a) Guinche y Pérfido Iliove (a) Tizeme.
Percatándose el presidente de esto, haciendo uso de su sentido común, con una escala de valores bien fundamentada y sabedor de la gran dificultad de unificar criterios éticos en un mundo tan diverso y plural, prefirió, llevarse de él, que aun siendo considerado el menos común de todos los sentidos, no deja de ser como un toque de alerta de que en la vida no debemos prescindir de este, ya que trata de poner orden a nuestras prioridades.
De este modo, el ejecutivo confiando en su instinto o intuición igual de válida como las basadas en la razón, decidió con mucho acierto considerar esto como un mensaje de advertencia de Dios, de que no eran dignos de confianza aquellos candidatos, si bien pérfido refiere a una persona insidiosa, desleal y perversa, ordenando de inmediato que se sometiera un nuevo escrutinio para el puesto.