Tiempo y cambio: No todo lo antiguo es oro

En la era de la información y la evolución constante, a menudo escuchamos la frase “siempre se ha hecho así”, como un refugio para la resistencia al cambio. Sin embargo, es fundamental comprender que el simple hecho de que algo tenga mucho tiempo pasando no implica que esté correcto. Esto se aplica tanto en lo familiar como en lo laboral.

En el ámbito familiar, la tendencia a aceptar comentarios ofensivos y acciones dañinas solo porque son una parte arraigada de nuestras vidas es un error. No debemos permitir que el tiempo sea una excusa para la falta de respeto. En lugar de aceptar pasivamente el desprecio, debemos cuestionar y cambiar estas dinámicas tóxicas, promoviendo el respeto y la igualdad.

El entorno laboral no es una excepción. La resistencia al cambio es un obstáculo para la innovación y la mejora continua. Las prácticas arcaicas pueden frenar la productividad y limitar el progreso. De igual manera, la tradición de aceptar condiciones de trabajo precarias, una cultura tóxica o una falta de oportunidades de crecimiento solo porque así ha sido siempre es perjudicial. Las empresas deben evolucionar y adaptarse a las necesidades cambiantes del mercado y de sus empleados.

Ahora bien, sobre la llamada “generación de cristal”, es importante desmontar este estigma. Esta generación no merece críticas por ser consciente de los límites y defenderlos. En lugar de considerarlos frágiles, debemos apreciar su valentía al cuestionar, en muchas ocasiones, prácticas dañinas y ofensivas. Esto no es debilidad, sino un signo de una sociedad que progresa hacia la igualdad y la empatía.

El tiempo no debe ser una excusa para la falta de respeto en ningún ámbito. En un mundo que evoluciona a una velocidad vertiginosa, la noción de que lo antiguo es sinónimo de rectitud se desvanece. ¿Estamos dispuestos a abrazar el cambio y cuestionar lo establecido, o nos aferramos a lo conocido por miedo a lo nuevo? La respuesta, en gran medida, recae en cada uno de nosotros.