SIN PAÑOS TIBIOS

El jabón en el sancocho

El pasado domingo 01 de octubre el PRM celebró sus primarias, las cuales fueron un ejercicio de civismo interno exitoso. Las votaciones eran importantes porque en ese proceso de exposición pública, el partido apeló a su militancia para que aprobaran las candidaturas que estarían impresas en las boletas de las jurisdicciones sujetas al escrutinio; pero también constituían un escaparate donde tenía el desafío de mostrarse moderno y superar los traumas del pasado... o sucumbir a las viejas mañas que hicieron famoso al “Glorioso”.

El PRM pasó la prueba con notas sobresalientes y pudo postergar el potencial conflicto entre precandidatos a diputados y senadores al decidir seleccionarlos mediante encuestas; método menos democrático, pero más efectivo al momento de impedir que el dinero mal habido entrara en un proceso convencional y se impusiera a la fuerza, por lo que se supeditó la conformación de la boleta congresual al uso de instrumentos de medición aprobados de manera previa por los participantes.

Habrá que ver en qué parará eso, y el curso jurídico y político que tomarán los recursos que se harán en su momento por ante los tribunales competentes, pero, en líneas generales, el partido atravesó el río turbulento de unas primarias que no generaron ruido, salvo en Santo Domingo Este.

Su actual alcalde, Manuel Jiménez, quedó en cuarto lugar con 18.62% de los votos emitidos. Desde que se conocieron los primeros resultados el domingo en la noche, indicó que “Mañana hablamos”, un mañana que no llegó al otro día, sino 67 horas después, para, más que hablar, exponer y compartir sus inquietudes en torno al proceso y sus resultados. El anuncio de una rueda de prensa para el día de ayer en la Plaza Juan Pablo Duarte generó incertidumbre, porque el lugar era emblemático por partida doble: con el busto ciclópeo de Duarte detrás cualquier declaración tiene aire de historia, pero también por ser un espacio cuyo rescate constituye uno de los hitos de su administración.

La sensatez al final se impuso y parece que fue mejor que Jiménez no hablara al día siguiente. Las consultas a sus bases le hicieron entender que era mejor estar perdido en el poder que perdido fuera de él. El ego herido le impidió reconocer el triunfo de quien casi lo duplicó –ni mucho menos felicitar a los otros dos candidatos que lo superaron–, pero, más que nobleza, lucidez era lo que requería el momento, y, lejos de hacer lo que muchos querían que hiciera –armar un lío y recoger sus motetes–, el político se impuso al candidato… y la conversación con Abinader atenuó el ímpetu beligerante.

No podía quedar perfecto el sancocho de las primarias y aunque el retrogusto del jabón queda en el fondo, el tiempo irá diluyéndolo a medida que el calor de la campaña vaya juntando a los comensales en torno a la misma mesa.