ENFOQUE
Conflicto en el Masacre
El manejo de las fronteras siempre ha sido un reto mayor incluso para países desarrollados, pero en el caso de la República Dominicana y Haití se dan ciertas complejidades que dificultan más este proceso. Muy pocas islas en el mundo son compartidas por dos países, siendo nuestro caso una de esas extrañas excepciones. Adicionalmente, la desigualdad económica entre naciones vecinas es una de las más altas del mundo, lo cual genera presiones migratorias que exacerban el fenómeno de cohabitar una misma isla.
Sin embargo, el elemento que ha generado mayor dificultad en los últimos años es la inestabilidad política y el vacío de poder en Haití, lo cual deja al gobierno dominicano sin contraparte para el diálogo. Además, ante todo vacío de poder político, se fortalecen los denominados “actores no estatales” que ejercen significativa influencia sobre el acontecer de un país sin estar sujetos al ordenamiento jurídico nacional e internacional.
Con estos elementos de trasfondo, en meses recientes se ha generado un problema con respecto al desvío del río Masacre, pues esta obra podría afectar el caudal del río y disminuir la disponibilidad de agua para la población y la actividad agropecuaria en las provincias fronterizas dominicanas, sobre todo del noroeste. Según las informaciones más recientes del Ministerio de Agricultura, en la zona noroeste está el 19% de las tareas agrícolas del país y el 16% de las unidades de producción pecuaria. De hecho, en productos tan importantes para la canasta familiar como el arroz, la zona noroeste representa un 28% del total de tareas sembradas en el país.
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