enfoque

El ecologismo, más allá de las ideologías políticas

Aún en pleno siglo XXI y con las evidencias claras del deterioro ambiental de la Tierra y con el cambio climático provocando desastres en todos los continentes, hay quienes ven en la lucha ambiental o ecologista un tema político-ideológico.

Con la llegada de la Revolución Industrial, que principia en el siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX, el mundo se fue transformando para dar paso a las sociedades industriales que, a su vez, se hicieron dominantes, gracias a los avances que, desde aquel entonces, no han cesado. Hoy estamos en medio de una Revolución Tecnológica de tal magnitud, que en aquella época ni siquiera se podía imaginar.

Pero en el camino ha existido un gran perdedor: la Tierra. Hay grandes responsables y pequeños responsables en todo lo sucedido. Están los que producen y quienes consumismos, pero al fin y al cabo las sociedades industriales son depredadores ambientales insaciables y el resultado es el que estamos viendo con todos los efectos y desastres que llegan producto del cambio climático.

Pero el ecologismo o ambientalismo –como también se le conoce– no surgió con fuerza sino hasta los últimos 25 o 30 años del siglo XX, cuando empezaba a ser evidente que la humanidad había perdido la dimensión del daño que se estaba produciendo. Por esa época el ambientalista y gran explorador de océanos, Jacques Yves Cousteau, advertía que “el Océano es el alcantarillado universal”… y eso, que en ese momento los mares no recibían ni una décima parte de desperdicios y desechos sólidos, especialmente plástico, que recibe en este siglo XXI.

En sociedades más avanzadas, especialmente Europa, la conciencia ambiental brotó mucho antes que en nuestra Latinoamérica, en dónde pensábamos que era un problema de los países más industrializados y no lo era para la región. El tiempo ha demostrado que nadie escapa de ese caos que se ha ido formando y al que llamamos ahora cambio climático, el mismo que hace que el clima sea tan cambiante, amenaza especies aquí, allá y acullá, y demande acciones inmediatas, si no queremos que esta Tierra que recibimos como herencia termine siendo una trampa mortal.

Recuerdo que allá por los años 70 u 80, surgieron los primeros movimientos políticos con una ideología ambientalista. Se les llamó casi indistintamente “partidos verdes”. El primero que recuerdo en las noticias internacionales son los Verdes de Alemania, pero ya antes había corrientes políticas similares en Australia y Nueva Zelanda, solamente que para los latinoamericanos eran realidades muy lejanas y ni siquiera sonaba su lucha.

En muchos países de la región se dieron movimientos ambientalistas promovidos por ONG que, con visión futurista, empezaban a denunciar el daño que los avances de todas las sociedades industrializadas causaban y, sobre todo, la falta de política ambientales por parte de los gobiernos, siempre enfocados en temas económicos –que no siempre se traducen en desarrollo–, más que en hacer de la economía una actividad sostenible en el tiempo.

Es entonces cuando se crea la confusión. Los grupos más conservadores ven en el movimiento ambiental a un enemigo, y entonces le ponen la etiqueta política de “izquierdistas”, como que si querer proteger o rescatar nuestro entorno ecológico fuera derecho u obligación exclusiva de alguna corriente ecológica.

¡Ecohistéricos! ¡Radicales! Fueron gritos o voces que se escucharon en varios países para intentar desacreditar a los que defendían el bien común de la naturaleza. Ciertamente algunos partidos socialistas tomaron el mensaje ecologista como parte de sus principios y filosofías. Los verdes en Alemania se aliaron, creo que en más de una ocasión, con los socialdemócratas para hacer gobierno. En fin, el tema ambiental se convirtió en tema político.

Ahora, en la reciente Asamblea General de la ONU, a donde llegan los gobernantes de la mayoría de países del mundo para exponer su visión global, el tema de la crisis ambiental ha estado en boca de muchos. Ya nadie puede ignorar que aquellos ambientalistas del siglo pasado fueron no fueron simples idealistas soñadores, sino que más bien se convirtieron en profetas de lo que estamos viviendo.

No se trataba de gritos histéricos irracionales. Eran voces, muchas veces desesperadas, porque veían venir un desastre global. ¿Será que ahora todos los presidentes, de derecha y de izquierda, deben ser tildados también de “ecohistéricos”?... O ya es hora de entender que hay una ideología ambiental, que está por encima de las ideologías políticas

Expresidente de la

Sociedad Interamericana de Prensa (SIP)