Un prólogo del magistrado Ray Guevara

No es difícil comprender las dotes de gentleman que adornan al magistrado Milton Ray Guevara. El proverbial cuidado y las elegantes maneras que caracterizan su regia personalidad son la sumatoria de dos atributos vivenciales: una vasta formación intelectual y el hecho de pertenecer a la generación de juristas que propició la transición del liderazgo tradicional dominicano a la nueva democracia. Esas dos cualidades inescindibles le han permitido ascender a las más altas posiciones que reserva una sociedad a sus hombres de talento.

 Tal vez por esa razón acudí a su pequeño despacho en las inmediaciones de la Plaza de la Bandera apertrechado con un puñado de papeles para presentarle lo que sería mi obra. Y, de paso, sorprenderle con la petición de que la prologara.

 Una vez revisado el “dossier”, su entusiasmo no se hizo esperar. Sugirió valiosas ideas para abonar lo que hasta entonces era el proyecto de un diccionario jurisprudencial que seguía el método del notable jurista y latinoamericanista Domingo García Belaúnde, en su obra homónima de jurisprudencia peruana.

 El desafío era enorme, pero sus sabios consejos y orientaciones me llevaron a “no perecer en el parto”.

 El martes pasado, nuestra obra fue objeto de su ponderación en un acto celebrado ante las más altas autoridades académicas de la Universidad Apec y la comunidad jurídica nacional. Estas fueron sus palabras:

“Constituye un inmenso placer ser el prologuista de la primera edición del Diccionario de Jurisprudencia Constitucional. Glosario conceptual e interpretativo del Tribunal Constitucional, autoría del respetado jurista constitucionalista y administrativista Namphi Rodríguez.

Namphi ha desarrollado una vida profesional digna de mi respeto y reconocimiento. Cuenta con una vasta formación académica, orientada al derecho público, con maestría en derecho constitucional, en ciencias políticas y derecho administrativo. Comparte su pasión por el derecho constitucional, los derechos y las libertades fundamentales con los estudiantes de la Universidad Autónoma de Santo Domingo y la Universidad Católica de Santo Domingo. Otra de sus pasiones, que realiza con encomiable compromiso por educar a la ciudadanía y que confieso disfrutar como ciudadano destinatario, es la escritura. Resulta agradable encontrarse en las páginas de los diarios impresos y digitales con los análisis jurídicos de Namphi Rodríguez.

 Esta plausible labor le ha conducido a crear una obra de la envergadura del Diccionario de Jurisprudencia Constitucional.

Glosario conceptual e interpretativo del Tribunal Constitucional; un repertorio que contiene los términos jurídicos tradicionales, y los propios de la justicia constitucional, revelando ser el producto de una exhaustiva inmersión en las decisiones del Tribunal Constitucional de la República Dominicana (TCRD), dictadas desde el año 2012 hasta el presente año 2023.

 El diccionario apertura con la presentación redactada por Namphi Rodríguez en su rol de editor; seguido por unas notas con sugerencias para el uso adecuado del diccionario; continuado por un listado de abreviaturas que facilitan al lector el entendimiento del empleo de las mismas en el texto. A seguidas, inicia la conceptualización de la primera palabra “Abogado”, exponiendo la obligatoriedad del abogado defensor en los procesos penales y se desarrolla de manera continua siguiendo la secuencia del abecedario hasta finalizar con el concepto de “voto en el exterior” abordado desde la inconstitucionalidad de las listas cerradas y bloqueadas; la última parte contiene un índice temático que facilita la búsqueda de los conceptos.

 La publicación de este diccionario-glosario constitucional es una muestra fiel del compromiso de Namphi con la academia y asienta su buen ojo para identificar los vacíos existentes en la

doctrina dominicana. Urgía un diccionario especializado en el lenguaje constitucional.

Pareciera sencillo idear, redactar y materializar la publicación de un diccionario, pero no lo es, esto así porque son obras que soportan en sí objetivos que no deben pasar desapercibidos por el autor. La misión de un diccionario es establecer conceptos que deben ir acompañados de pedagogía, ese deber de que su redacción sea la correcta para el entendimiento de una persona con nivel de escolaridad básico y, ser útil para una persona formada con los estándares más elevados de la academia; además, debe proveer la información precisa que permita ampliar, reducir o producir nuevos debates en torno al concepto desarrollado.

 Cuando hablamos de un diccionario jurídico estos objetivos esenciales tienden a requerir mayor rigurosidad de análisis porque estamos frente a un instrumento de enseñanza y aprendizaje por excelencia. Uno de los grandes desafíos que enfrentan los diccionarios jurídicos es que tienden a estar redactados en un lenguaje que dificultan su inteligibilidad y por lo tanto su utilización y comprensión por la ciudadanía, no formada en el ámbito jurídico. Un diccionario elaborado a partir de la jurisprudencia del máximo intérprete de la Constitución debe estar redactado para el entendimiento de toda la población; esto así, porque la Constitución está concebida para ser el arma de defensa utilizada por los habitantes de un territorio contra las acciones y omisiones arbitrarias de los detentadores del poder.  La inspiración en el ilustre maestro Domingo García Belaunde es notable y se abre a las interioridades de nuestra sociedad y Estado.

 En su rol de editor de este diccionario, Namphi Rodríguez, reconoce como un ejercicio esencial de la democracia acercar al “ciudadano de a pie y los estudiantes” a la Constitución y las interpretaciones que realiza el Tribunal Constitucional; pero, también, muestra complacencia en lo desafiante de la labor que ha escogido. Del mismo modo, para el Tribunal, a lo largo de estos once años, ha sido un gran reto conseguir que los ciudadanos comunes, que no están familiarizados con los términos jurídicos, logren leer comprensivamente las decisiones del Tribunal que les son favorables y que puedan exigir su cumplimiento.

Escuchar los testimonios del dominicano “de a pie” que, al igual que los juristas, se sienten salvaguardados en el órgano que se aloja en la edificación que lleva el nombre de Juan Pablo Duarte, significa que estamos en el camino correcto de aproximar nuestra alta corte a la población, sin distinción de formación académica o intelectual. El Tribunal atesora, en un audiovisual, algunas impresiones de personas que les han sido protegidos y/o reconocidos sus derechos fundamentales; entre esos testimonios, siempre me causa emociones profundas escuchar el de Juan Prebisterio Meli, quien visiblemente afectado por la situación que había vivido, con lágrimas en sus ojos, manifiesta que “cuando se le niegan los derechos a un hombre eso es lo más grande de la vida”, y agradece que el Tribunal Constitucional le haya reconocido su derecho a pensión por accidente de trabajo o riesgo laboral.

Esencialmente, este glosario que nos presenta Namphi, evidencia la prolífera producción jurisprudencial del Tribunal, que ha dictado un total de 6.766 sentencias, cumpliendo con su rol de máximo intérprete de la Constitución garantizando su supremacía, defendiendo el orden constitucional y protegiendo, por sobre todas las cosas, los derechos fundamentales sin distinción. Toda persona que toca las puertas del Tribunal es recibida con un trato sustentado en su derecho a la igualdad, sin discriminación por razones de género, color, edad, discapacidad, nacionalidad, vínculos familiares, lengua, religión, opinión política o filosófica, condición social o personal. El TCRD es un órgano constitucional al servicio del pueblo dominicano, es de todos y todas quienes habitan este territorio, así como de los dominicanos y sus descendientes que residen en el exterior. La expresión “nos vemos en el Constitucional” no conoce de jerarquías intelectuales.

 Esta obra es el producto de un jurista sereno, reflexivo, respetuoso de la dignidad humana y convencido de la importancia  de Estado de Derecho, en la construcción de ciudadanía. Ha escalado una posición relevante en los aportes de la doctrina jurídica constitucional y en sus obras se refleja un excelente dominio de la comunicación.  Agradezco a Namphi Rodríguez el esfuerzo realizado para dotar a la ciudadanía, los estudiantes y los profesionales de las ciencias jurídicas de un didáctico y pedagógico Diccionario de Jurisprudencia Constitucional. Glosario conceptual e interpretativo del Tribunal Constitucional. Es una obra de consulta obligatoria”.

- Gracias, honorable presidente.

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