Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

La mediación política como cultura de paz

El hombre es un animal social, y, tal como refiere Aristóteles en su gran obra Política, los seres humanos necesitan vivir en comunidad para lograr sobrevivir en medio de la naturaleza: solo “las bestias o los dioses” pueden vivir aislados de la sociedad. Pero vivir en sociedad conlleva el que, con frecuencia las relaciones interpersonales generen desavenencias que, algunas veces se convierten en enfrentamientos violentos entre los miembros de una comunidad. La historia nos enseña que la supervivencia de las comunidades primitivas solo fue posible debido a que, cuando surgían conflictos entre ellos que ponían en peligro el orden y la cohesión social, se acudía a ciertos individuos reconocidos por su sabiduría para mediar entre las partes y lograr retornar la paz dentro de la tribu o la población.

Las grandes civilizaciones antiguas, como las de China y Japón nos enseñan que su permanencia solo fue posible por el ejercicio de una cultura de paz que se sostenía por medio de la conciliación y el diálogo. Consenso y diálogo promovidos especialmente por las filosofías religiosas que se preocupaban de que la armonía y el equilibrio imperaran en las relaciones humanas. Después esta vocación fue posteriormente mantenida por otras religiones, como el cristianismo-católico y la judía. En la actualidad el uso generalizado de la mediación como solución de conflictos es todavía ampliamente utilizado en la República Popular China por medio de los Comisiones Populares de Conciliación. Vemos así que, en cada época de la historia de la humanidad, utilizando los usos y costumbres característicos de cada sociedad, han existido siempre instrumentos de resolución de conflictos a través del diálogo y la concertación.

Las sociedades contemporáneas se distinguen por ser sociedades pluralistas, esto es, comunidades políticas donde conviven diferentes culturas, intereses, creencias religiosas y políticas, y, sobre todo, donde los ciudadanos persiguen sus propios proyectos de vida en relativa armonía. Sin embargo, a veces esta pacífica convivencia entre los diferentes sectores de la sociedad se altera, tomando aspectos conflictivos que pueden, en ocasiones tornarse violentos. Es entonces cuando se hace necesario implementar mecanismos de resolución de conflictos que restauren la tranquilidad social. Mecanismos que pueden variar desde las alternativas jurídicas como los arbitrajes y tribunales o soluciones mediadas por personas con suficiente autoridad moral para convocar a las partes en conflicto.

En República Dominicana el uso de la mediación como mecanismo de resolución de conflictos políticos y sociales tuvo que esperar hasta los inicios del periodo democrático a partir del 1966, aun cuando previamente fue utilizada, con la participación de los organismos internacionales, para darle fin a la Guerra de Abril. En los diferentes gobiernos que se sucedieron, dos grandes figuras dominicanas se destacaron como mediadores: el gran periodista don Rafael Herrera, director durante muchos años del Listín Diario, y el siempre recordado Monseñor Agripino Núñez Collado, considerado durante muchos años el gran componedor y pacificador de la política dominicana. Ambos, figuras inolvidables que jugaron sus respectivos roles para lograr mantener la paz social durante muchos y difíciles momentos de crisis políticas y sociales en nuestro país.

En la mediación política sobresale el rol del mediador, el cual debe reunir ciertas cualidades que le distinguen y lo hacen servir de referente social. Entre estas cualidades cabe señalar: autoridad moral reconocida por todos los participantes, mostrar total imparcialidad sobre los puntos en disputa, saber escuchar a las partes sin tratar de imponer sus propios criterios, de tal manera que conduce sabiamente el diálogo al punto en que sean los propios contendientes los que formulen y analicen las cuestiones que los separan. El mediador debe tener la inteligencia necesaria para discernir las concordancias y desavenencias entre las partes en disputa, y, sobre todo, saber utilizar las técnicas y estrategias adecuadas para que sean ellos mismos los que desarrollen las opciones y alternativas que les permitan alcanzar un acuerdo que ponga fin al conflicto.

Como se puede apreciar la mediación política ha sido un mecanismo milenario utilizado por todas las sociedades para lograr su permanencia y estabilidad. En sociedades como las nuestras, donde las desigualdades económicas y la falta de oportunidades hacen cada vez más difícil la convivencia ciudadana, se incrementan las posibilidades de que las protestas se conviertan en acciones que alteren el orden social. De ahí que la mediación política, y, sobre todo, la existencia de buenos mediadores es la garantía de que estos conflictos sean dirimidos bajo una cultura de paz donde impere el diálogo y la concertación.

El autor es Obispo de Nuestra Sra. de la Altagracia

Tags relacionados