FIGURAS DE ESTE MUNDO

El beneficio del perdón

El ejemplo supremo sobre ‘bendecir a los que nos persiguen’ fue dado por nuestro Señor Jesucristo. Siendo el Hijo de Dios, libre de pecado, mientras estuvo clavado en la cruz, llevando sobre sí el pecado de la humanidad, Él oró, con misericordia inimaginable: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23:34).

Luego Esteban, el primer mártir, se hizo eco de las palabras de su Salvador, mientras yacía bajo las piedras lanzadas por quienes estaban acabando con su vida, cuando dijo: “Señor, no le tomes en cuenta este pecado” (Hechos 7:60).

El perdón es un remedio por excelencia tanto espiritual como físico. Nuestra propia maldad es infinitamente más perjudicial para nosotros que la injuria que otros nos infligen. Lo que debemos vencer es el mal mismo, no a las personas que lo perpetran; a ellos debemos pagarles con perdón. Esta victoria solo puede lograrse con el bien. “No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal” (Romanos 12:21).               

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