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Diplocia climática
“Nuestros hijos no tendrán tiempo para discutir sobre el cambio climático. Estarán ocupados lidiando con sus efectos”. - Barack Obama.
Es notorio el auge de la formación académica orientada a la protección del medioambiente y la resiliencia hacia el cambio climático. Indudablemente es un tema de relevancia mundial. Específicamente, para aquellos países en vías de desarrollo propensos a ser abrumados por las consecuencias del cambio climático.
En efecto, si el futuro de nuestro país dependerá de los resultados tangibles que conquiste nuestro servicio diplomático en estos aspectos, entonces es tiempo de accionar antes de que reaccionar nos cueste caro.
Aunque los técnicos no son diplomáticos, los diplomáticos deberán convertirse en técnicos. Esto por supuesto, debido a la necesidad de emprender un camino progresivo hacia la disminución de las altas emisiones de gases de efecto invernadero, por parte de los países industrializados. Para eso, nuestra diplomacia deberá jugar un rol activo y participativo. Mientras realiza más esfuerzos por entrelazar y motivar a gobiernos, organismos internacionales y multinacionales para aplicar de inmediato las soluciones científicas existentes.
Actualmente, los informes del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático han sido alarmantes. El último análisis revela categóricamente la responsabilidad humana en el impacto del deshielo, según el coautor del informe, Dirk Notz, director adjunto del Instituto de Oceanografía de la Universidad de Hamburgo. Y este sostiene una visión sombría del futuro que enfrentarán las próximas generaciones.
La República Dominicana en el ámbito diplomático recorre un trayecto ejemplar para aminorar los efectos del cambio climático. De ahí surgió el proyecto “Embajadas Verdes”. Siendo la Embajada dominicana ante el Reino de España su principal paradigma.
Este programa es una guía que traza medidas sostenibles y viables para reducir, reusar y reciclar los materiales gastables de nuestras sedes diplomáticas. A la vez, concientizar sobre el uso sensato de los recursos a disposición. Mientras se promueve aceleradamente a la transición digital.
De manera que sugerir ese protocolo a Embajadas amigas y, que se creé el efecto dominó entre instituciones gubernamentales y no gubernamentales, tendría un impacto altamente positivo. Eso, generaría una tendencia a descartar considerablemente el consumo de energía no renovable y utensilios proclives a saturar negativamente el medioambiente.
El desarrollo de planes en favor de la descarbonización de la economía, la sostenibilidad medioambiental y la seguridad de la subsistencia humana es una responsabilidad colectiva. Pero solamente los más humildes y valientes serán quienes den el primer paso.
Por esa razón, sería pertinente que nuestra política exterior reestructure sus estrategias para adherir como dirección fundamental la diplomacia climática. Y amplificar éste como un quinto eje de enorme prioridad. Capaz de contribuir con la causa de mayor envergadura para la humanidad, en base a negociaciones y formulaciones sustanciales.
Igualmente, será de inmensa valía que el Estado dominicano inicie cuanto antes un proceso de discusión con los actores políticos, sociales y económicos sobre una eventual regularización de la huella de carbono per cápita. Asimismo, sobre la elaboración de un nuevo modelo económico de consumo, con inclinación sincera al bienestar social.
En definitiva, a través de nuestra diplomacia será propicio conseguir que nuestras maniobras seduzcan y comprometan efectivamente a los que toman decisiones preponderantes a nivel global al tiempo que hacemos lo propio para transitar el carril verde antes de 2050. De ese modo, garantizaremos la mitigación que tanto clama el planeta.
De hacer lo contrario, los días estarán contados.