VIVENCIAS

La hipocresía

Sostiene José Ingenieros en el Hombre mediocre (Bogotá: Editorial Panamericana, 2005, p. 87) que la hipocresía tiene matices, que justifica por la mediocridad moral que vegeta en la penumbra, cuyo vicio es fiel reflejo de una vida gobernada por la mentira que contamina la moral colectiva.

El problema de la mediocridad moral dice Ingenieros, radica en el sentimiento de culpa que experimenta el hipócrita cuando mediante un ajuste por compensación se mueve en los enmarañados hilos de la intriga, tratando de igualarse a aquellos que saben con toda su alma en dónde radica el verdadero bien, con sus buenos hábitos y juicios firmes,

El hipócrita se encanalla en sus pasiones siendo capaz de incubar todos los rencores, suponiéndose tan honesto, que persuadido, cree poder igualar a aquellos que gozan de una integridad moral a toda prueba. De ahí, que el simulador farisaico, en su inveterada costumbre de aparentar lo que no es, destaca sus excelencias exhibiéndolas con el desparpajo propio de su mediocridad.

El dedo en la llaga lo pone Ingenieros cuando expresa, que el hipócrita se desahoga en las penumbras de una envidia que no confiesa, babeando sin morder, mintiendo sumisión y un amor que no siente para aquellos que detesta, estilo de vida, que rodeada de falsos escrúpulos le obligan a avergonzarse en secreto, convirtiéndose en el mayor de los suplicios, que es su castigo.

En la novela picaresca Guzmán de Alfarache (p. 2.a, III 6) Mateo Alemán refiriéndose a la mentira y disimulación dice que “no hay cosa tan difícil para engañar a un justo, como santidad fingida en un malo”.

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