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EL BULEVAR DE LA VIDA

Entre los jinetes imperiales del Apocalipsis

Cuando la pasada semana, el embajador adjunto de Rusia ante las Naciones Unidas, Dimitri Polianski, con el apoyo de su homólogo chino declaró con ironía y mala leche que no entendía por qué “algunos países consideran que la panacea para recuperar Haití es una fuerza internacional”, estaba destruyendo cualquier posibilidad de que una fuerza militar multinacional restaure el orden en ese país.

Con su poder de veto, Rusia y China apuestan a que permanezca el grave problema que para la seguridad de Estados Unidos representa un vecino arrabalizado, sin Estado ni gobierno, y por lo mismo abierto a toda expresión del crimen organizado internacional, que incluye el terrorismo islámico/talibán que produjo la tragedia del 11-S que en 2001 transformó el concepto de seguridad nacional en todo el mundo.

La actitud de chinos y rusos le recuerda a uno cuando Cuba, en medio de la guerra de Angola, a través de Carlos Puebla le cantaba a la CIA: “Estamos más que seguros/ de la razón del hermano/ lo que es bueno para el yanki/, para los pueblos es malo”. Así, 50 años después, chinos y rusos apuestan al caos haitiano, convencidos de que para ellos es bueno todo lo que para los norteamericanos es malo. Y nada peor para la seguridad de Estados Unidos, que un vecino en las condiciones de ingobernabilidad y pobreza extrema de Haití.

Solo que, entre las patas de estos caballos imperialistas chinos, rusos y estadounidenses, con sus crímenes y sus “daños colaterales”, con sus patios traseros y sus tufos neocolonialistas, está la República Dominicana atrapada y sin salida, consciente de que para el hambre no hay fronteras, y la nuestra, gracias a las mafias que todos nuestros gobiernos se han negado a combatir, no existe aunque construyamos dos muros y reproduzcamos la Muralla China. La fiebre no está en las sábanas.

Es la hora decisiva de los hornos, el momento crucial en que el gobierno dominicano entienda que ha llegado el momento de “rascarse con sus propias uñas”. Oiga Ud. ¡Joder!, que estamos solos, solos, como los puertos al alba o el pasillo de un tren de madrugada, según Neruda, según Sabina. Y si algo faltaba, en medio de una campaña electoral que, como sabemos, lo pervierte todo, incluida la esperanza. “Avive el seso y despierte”, Sr. Gobierno. Los imperios disparan “y no e’ de lo’ Molino”. Con su permiso.